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CARSON.— Camino a su mitad de cancha, mientras casi 25 mil gargantas aún explotaban en el StubHub Center, Carlos Peña se acercó a Orbelín Pineda para felicitarlo y agradecerle. No era para menos. El refuerzo más caro en la historia del Guadalajara, ese que costó 8 millones de dólares, acababa de ser salvado por un chico al que no suelen apuntar los reflectores, pero desequilibra.

Quedó demostrado durante aquella acción en la que el “Gullit” volvió a caer en el área del Veracruz. La jugaba parecía perdida... Hasta que el descarado volante de contención encontró el esférico y lo mandó al fondo del arco defendido por el peruano Pedro Gallese (45’). Gol tan oportuno como valioso. Catártico. Suficiente para que las Chivas se encaminaran al dramático triunfo (2-0) que les dio la Supercopa MX y el boleto a la edición 2017 de la Copa Libertadores, certamen que no juegan desde 2012.

Apenas el jueves, Orbelín fue uno de los sacrificados por Raúl Gutiérrez en el Tricolor que disputará los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, pero su corazón es inquebrantable. Para muestra, la definición que dio al Rebaño Sagrado su octavo boleto libertador en la historia. Romperá el empate que tiene con el América como los clubes mexicanos que más veces han participado en el certamen continental.

Sueño cumplido para Matías Almeyda, quien volvió a sufrir lo indecible en la zona técnica. Su equipo dominó gran parte del cotejo, pero halló paz hasta que Omar Bravo recogió un servicio de Javier “Chofis” López para oficializar la victoria de los tapatíos (93’). El máximo anotador en la historia del club, ese que no estaba ya en los planes de la directiva, no falló.

La falta de sangre fría por parte de Peña y el error del árbitro Alejandro Mariscal, quien no señaló un claro penalti de Gallese sobre Carlos Cisneros fueron guardados en el baúl del olvido…. No sin antes pasarla mal. Es por eso que el “Pelado” se desahogó hasta la anotación de Bravo. Entonces sí, se hincó, aparecieron los abrazos y las lágrimas. Ha ganado su segundo trofeo como director técnico del Guadalajara (el otro fue la Copa) y lo dirigirá en esa competencia que él ganó como jugador hace dos décadas, con su amado River Plate.

Las Chivas ya también son dueñas de un trozo de su corazón. Lo dejó claro con cada aspaviento y grito. Sólo una de las tres contrataciones para el Apertura 2016 jugó: José Juan “Gallito” Vázquez; Néstor Calderón y Marco Bueno se quedaron en la banca. No hizo falta más. El entrenador argentino apeló a la memoria colectiva de un grupo que se entiende a la perfección, mas le falta “punch”. De los seis disparos que realizó, sólo entró aquel zapatazo de Pineda.

Suficiente para desatar el júbilo en un estadio teñido de rojo y blanco. Los protocolos colocaron al juego entre el Rebaño Sagrado y los Tiburones Rojos como telonero del Campeón de Campeones (Tigres contra Pachuca), pero los tapatíos siempre tendrán el principal sitio en la marquesina de este lado de la frontera, gracias a sus seguidores.

Jorge Vergara lo sabe. Por eso, gozó más de lo que sufrió en uno de los lujosos palcos del hogar del Galaxy de Los Ángeles. Dulce déjà vú para el empresario. Hace 10 años, en la misma cancha californiana, los rojiblancos se impusieron a los escualos (2-1) en choque por un boleto a la Libertadores. El marcador fue distinto, pero el dramatismo no cambió.

Al igual que en aquella Interliga, el Veracruz intentó apretar durante los minutos finales, esos en los que Rodolfo Cota confirmó que es una pieza clave para Almeyda. Realizó un par de atajadas valiosas, aunque su verdadera “joya” apareció en la jugada final del primer tiempo. Mientras la mayoría de sus compañeros todavía saboreaba el gol de Orbelín, el arquero desvió con la palma izquierda un peligroso disparo de Daniel Villalva.

Fue la jugada más clara de los jarochos, quienes han vuelto a fallar en la misión de clasificar a un torneo de la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) por primera vez en la historia.

El verdugo fue el mismo, ese que sigue en tórrido romance con su gente en Estados Unidos. La multitud deliró cuando Bravo, quien recibió el gafete de Carlos Salcido a manera de homenaje, levantó la Supercopa. La estampa de la tarde fue del mítico goleador, aunque el héroe se llamó Orbelín. Por eso, el “Gullit” volvió a darle las gracias en plena ceremonia de premiación.

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