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Han pasado varias horas desde que lo cargó por primera vez, pero Óscar Pérez se esmera en guardar cada detalle en su memoria. Lo que explica el apego a ese plateado trofeo que, previo a la noche del domingo, sólo conocía a través del televisor o a la distancia, con la amargura que genera verlo y no poder tenerlo.
El actual modelo con el que se materializa el éxito deportivo en la hoy llamada Liga MX tiene ocho años de entregarse; la espera del ‘Conejo’ viene de mucho más tiempo: desde el siglo anterior.
La última vez que lo había tenido entre sus guantes (7 de diciembre de 1997) era menos estilizado, con una base verde que le restaba belleza, y él aún no optaba por esa calva sin la que hoy resulta imposible concebirlo. Eran los primeros capítulos de una odisea que aguardó 18 años y medio para volver a la cúspide.
Fue lo de menos para el genuino líder moral del hoy campeón. Experimentado arquero capaz de detener todo... Incluso el tiempo, porque —con 43 años y 118 días de edad— el dos veces mundialista ha escrito historia. Es el jugador más veterano en dar la vuelta olímpica sobre canchas mexicanas.
Su cariño por el Pachuca le ha impulsado a comprometerse para jugar un año más, aunque hoy tiene lo que tanto buscó durante 37 certámenes cortos. Ha vuelto a ser monarca y, pese a que su intención es cumplir la promesa con la directiva hidalguense, reconoce la paz interior generada por ser campeón de nueva cuenta.
—Pasaron 18 años y medio desde tu anterior título de Liga ¿Valió la pena tanta espera?
—Tardó mucho tiempo, pero valió la pena. Estamos muy felices. Es la recta final de mi carrera... No puedo pedir más. Me puedo ir [de las canchas] mucho más tranquilo.
—¿Era algo que necesitabas?
—No era obsesión, pero sí lo tenía muy en la mente, el poder tratar de conseguir otro título antes de irme y lo logré.
—¿A quién se lo dedicas?
—A mi familia... A Gaby [su esposa], Emilio, Santi [sus hijos], porque les dije que se los iba a llevar. Y si no, daría lo mejor de mí. Gracias a Dios se dieron las dos cosas.
—Realizaste varias atajadas clave en la final ¿fuiste el héroe?
—Gracias a Dios, anduve acertado, pero también es de todos los compañeros, del equipo, que hizo un gran esfuerzo.
—Además de portero ¿fungiste como guía de los Tuzos?
—No sé si fui el guía, pero siempre traté y estuve dispuesto a ayudar, a contagiar a mis compañeros... Y qué bueno que todo se dio.
—¿En quién te inspiraste para tener una actuación así?
—Mis padres, quienes están en el cielo y seguramente me iluminaron para salir adelante.
—¿Cuál es la clave para mantenerte vigente?
—Me encanta jugar al futbol. Amo lo que hago y, gracias a Dios, puedo mantener mis condiciones, lo cual me permite seguir compitiendo.
—¿Cuánto tiempo seguirás como futbolista activo?
—Un año más, si lo puedo seguir manteniendo [el actual nivel]. Si no, me haré a un lado.
—¿Cuánto vale este título?
—Todo... El esperar 18 años para tenerlo valió la pena.
—¿Cómo comparas este campeonato con el logrado con el Cruz Azul en 1997?
—Son diferentes. Hoy lo vuelvo a disfrutar y, previo al fin de mi carrera, estoy feliz.
—Tras la expulsión de Aquivaldo Mosquera, el Pachuca intentó alargar el juego para llegar a las últimas instancias...
—Es verdad. Tratábamos de llevar el partido... Por lo menos yo, un poquito más allá. Gracias a Dios, alcanzó para hacer un gol y listo.
—¿Supo más el campeonato a causa del difícil entorno en la vuelta de la final?
—Sí ¿por qué no? Éstas son las que saben más bonito, porque tienes todo en contra.