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Una jugada de ensueño, típica de Cuauhtémoc Blanco. Se quitó a dos defensas, vio al portero y tiró un ‘globito’ certero. El balón caía, la afición se paró de sus asientos. La crueldad apareció. El travesaño le negó la gloria en su adiós.
El ‘Cuau’ se llevó las manos a la cintura. Ese gol que tanto buscó en su partido de retiro con la camiseta del América quedó frustrado, porque el esférico picó hacia afuera. El grito furibundo que traía guardado para corearlo junto con su público quedó fulminado para siempre. Estuvo tan cerca el ídolo de Tlatilco de irse con la felicidad completa en ese minuto nueve, que Oribe Peralta (42’), Carlos Darwin Quintero (46’ y 50’) y Michael Arroyo (71’) lo tuvieron que compensar dedicándole las anotaciones con las que las Águilas golearon al Morelia (4-1).
Los fans amarillos, aún con la memoria fresca, agradecieron la entrega del que consideran un legendario jugador del club emplumado. “Oe, oe, oe, oe, ‘Temo’, ‘Temo’”, se escuchó en Santa Úrsula. La figura encorvada de Blanco se mostró, por momentos, como en sus mejores tiempos. Estuvo encarador, descarado, y con virtudes que le permitieron hacer una ‘Cuautemiña’, poco eficaz, pero que encendió aún más al público.
La veteranía (43 años) y siete kilos de sobrepeso terminaron por apagar a Blanco; aún así se vio como el mejor elemento de su escuadra. Al minuto 37, el técnico Ignacio Ambriz optó por sustituirlo por Darwin Quintero.
Vino el medio tiempo. Momento en que los de Coapa ya ganaban 2-0. Resultado anecdótico. Blanco recibió una placa y playera conmemorativa de su retiro por parte de uno de sus máximos “enemigos”, Ricardo Peláez, presidente deportivo del América. El dirigente buscó abrazarlo, pese al desdén del jugador; lo consiguió. ‘Temo’ prefirió cumplir con el trámite de ser felicitado por su ‘rival’ para dar la vuelta olímpica. Se vio más ansioso de ser felicitado por su familia que por Peláez.
El Azteca alabó a su ídolo. Gritos por doquier. El Coloso de Santa Úrsula expresó su máximo rugido cuando ‘Cuau’ se colocó en la mitad de la cancha e hizo la famosa ‘Temoseñal’. En las pantallas del recinto, se leía “Gracias, Cuauhtémoc”; la historia americanista tiene a un inmortal más al cual adorar.
Cuauhtémoc hizo que el Azteca se llenara, que su club y Televisa se embolsaran 100 millones de pesos en un duelo que, por lo general, genera de 40 a 45. La sola presencia del atacante generó expectativa y morbo. Desde que se anunció que jugaría por última vez como águila, las sospechas de alineación indebida comenzaron. No podía ser de otra manera: al ‘Temo’ siempre lo ha acompañado la polémica.
Monarcas y la Liga MX hicieron caso omiso a una presunta violación a los reglamentos. El dorsal 100 que ocupó Christopher Reyes (Segunda División) y que fue modificado para complacer a Blanco terminó obviado por una presunta componenda entre las partes involucradas en el encuentro de ayer. No hubo insinuación de protestar de Morelia. Decio de María, presidente de la Federación Mexicana de Futbol, hasta aplaudió la despedida del americanista, por irregular que fuera.
El desenlace para el ídolo de las Águilas fue casi perfecto. Halagos, abrazos, dedicatorias, el americanismo rendido ante su estampa. Un retiro que siempre quiso con la camiseta de sus amores y que pudo ser perfecto, pero el travesaño, ese maldito metal, le negó la despedida de ensueño con un gol de antología.
Cuauhtémoc Blanco, con un título de liga (2005) y batallas ganadas con el América, ahora está entronizado como leyenda azulcrema. Nadie le va a quitar ese privilegio. Su arrastre, carácter humilde y explosivo, aunado a su talento, le dieron esa etiqueta.
A partir de hoy, tiene que atender la alcaldía de Cuernavaca, cargo que dejó durante tres días para despedirse en el equipo de sus amores en una fiesta memorable. Las Águilas, ahora a preparar el Clásico ante Guadalajara.