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El Gobierno sudafricano desmintió hoy a la FIFA y rechazó que los diez millones de dólares que pagó a la organización antes de la votación de la sede del Mundial de 2010 fueran un soborno para ser elegida, como reconoció ayer la propia FIFA.
"La FIFA está tratando de exonerar a su propia estructura de Gobierno", declaró en una rueda de prensa en Ciudad del Cabo el ministro sudafricano de Deportes, Fikile Mbalula.
Mbalula insistió en la versión oficial de las autoridades sudafricanas que asegura que el pago de 10 millones de dólares que su Gobierno hizo a la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol (Concacaf) estaba destinado a promover el desarrollo del futbol entre la diáspora africana.
Esta región habría sido beneficiaria de este ingreso al contar con una amplia población de descendientes de esclavos procedentes de África.
Sin embargo, según admitió ayer la FIFA, estos 10 millones de dólares se transfirieron al trinitense Jack Warner, entonces presidente de la Concacaf y vicepresidente de la FIFA, y a Chuck Blazer, que era secretario general del organismo y miembro del comité ejecutivo, a cambio de votos para Sudáfrica como organizadora del Mundial.
Esta acusación de la FIFA está comprendida en una solicitud a la justicia estadounidense para recuperar las "decenas de millones de dólares" de sus antiguos directivos perseguidos en los Estados Unidos, en cuya investigación se basa para reconocer que Sudáfrica pagó para obtener los votos necesarios en la elección del Mundial 2010.
Tanto la FIFA como Sudáfrica habían defendido hasta ahora que el pago estaba destinado a financiar un programa legítimo de desarrollo futbolístico.
Warner, que fue detenido y acusado por la justicia estadounidense de fraude y blanqueo de capitales, está en su país con una orden de extradición a Estados Unidos pendiente.
Blazer, suspendido a perpetuidad por la FIFA, renunció en 2013 porque estaba siendo investigado. Su confesión ha sido clave en la investigación.