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El Atlético de Madrid empató a cero en partido de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones ante el PSV, otra vez sin gol, ni contra once, 67 minutos, ni contra diez, el resto del duelo, con tres ocasiones en el primer tiempo y mucho más dominio que profundidad.
Todo entre una sensación de atasco casi constante cuando atacó a su adversario, incluso cuando el conjunto holandés se quedó en inferioridad numérica, por la expulsión de Gastón Pereiro superada la hora de partido, y de ocasión perdida del Atlético, a la espera del encuentro de vuelta del 15 de marzo en el Vicente Calderón.
Tuvo tres oportunidades, dos clarísimas y producidas desde el fútbol directo. Cuando manejó más la posesión, cuando trazó pases horizontales sin hallar una vía entre la defensa contraria, más allá de alguna pared por la banda con centro intranscendente, se atascó en el repliegue que le propuso el PSV en su zona defensiva.
Al contrario, cuando conectó un par de pases en largo, se plantó ante Jeroen Zoet, ambas por el medio, ambas entre Jeffrey Bruma y Héctor Moreno, los dos centrales locales. La primera fue en el minuto 3. La picó el argentino Luciano Vietto, de vuelta al once, y la sacó Bruma en su camino lento hacia la portería holandesa.
La segunda, a los 18, esta vez procedente de aún más atrás, desde un pelotazo del montenegrino Stefan Savic que encontró a Koke también por el centro. El internacional español fue demasiado inocente en su remate; una vaselina que atrapó bien situado el guardameta, vital para repeler la tercera opción del Atlético.
Ésta llegó desde la segunda jugada tras un balón aéreo, desde las botas de Koke, que recogió el rechace y que descubrió a la primera el desmarque de Antoine Griezmann. El francés, todo un seguro hace unas semanas cuando se plantaba ante cualquier guardameta, también la picó ante Zoet, que desactivó la ocasión con la mano izquierda.
En un partido con ratos de dominio del Atlético, mejor cuando fue capaz de presionar en campo contrario, pero también de descontrol y sufrimiento en ciertos instantes, cuando el PSV le dio más rapidez a sus transiciones ofensivas, sólo sintió un sobresalto real en todo el primer tiempo: un tiro de Davy Propper despejado por Jan Oblak.
El dominio que mantiene invariable el Atlético en su propio área, imponente cuando espera el ataque de su adversario, salvo mínimos lapsus, contrasta esta temporada, también hoy, con su irregularidad en el contrario, donde aún persigue más contundencia para concretar ocasiones y necesita más imaginación para ser más constante arriba.
En esa necesidad entra Óliver Torres. De vuelta al once después de diez partidos entre la grada, el banquillo y momentos de buen fútbol cuando ha entrado de suplente, al canterano aún es demasiado intermitente. Sus indudables condiciones -tiene clase, giro, pase, regate...- le dan fútbol al Atlético, pero aún no son determinantes.
Conectó más y mejor con Juanfran, su compañero por la banda derecha, en la segunda parte, que comenzó con un control del choque más de posesión y posición que incisivo del Atlético, en el que el argentino Diego Simeone movió el banquillo a la hora de juego, cuando incluyó a Fernando Torres, reemplazó a Vietto y apuntaló el paso adelante del conjunto madrileño para la media hora final.
Lo notó el PSV, que apenas cruzó ya los tres cuartos de campo con el balón bajo su control, y lo sintió Philip Cocu, que rearmó su retaguardia -incluyó en el césped a Isimat Mirin, un central, por Luciano Narsingh, un extremo-, pero que no contaba con la expulsión instantes después por doble amarilla del uruguayo Gastón Pereiro.
Por delante, al menos 23 minutos de repliegue masivo del PSV y de asedio del conjunto madrileño, que rodeó el área de su rival, agitó su ataque con la entrada del argentino Ángel Correa por Saúl, probó a Zoet con un tiro de Gabi y poco más, otra vez limitado de recursos cuando se encierra su rival, pero, sobre todo, otra vez, sin gol.
hgm