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hector.morales@eluniversal.com.mx
Ignacio Ambriz miró hacia el césped, mientras el júbilo de los Tiburones Rojos estaba en plenitud. El director tecnico del América se quedó frío, estático y sólo atinó a cruzarse de brazos, luego de que el América perdió la perfección como visitante ante 10 contrincantes (1-1).
El portento de disparo del volante escualo Édgar Andrade, que se estrelló en el larguero y picó dentro de la portería americanista, amargó la racha emplumada del 100% de efectividad foránea. Pérdida de puntos lejos de casa justo ante de que las Águilas encaren el Clásico Joven ante Cruz Azul.
En la banca local, Carlos Reinoso sonrió por el empate final que le arrebató el triunfo al equipo de sus amores, pese a que su conjunto se quedó en inferioridad numérica por la expulsión de Gabriel Peñalba. Andrade le guiñó el ojo a su entrenador, que no paró de mostrar una sonrisa socarrona. Sin embargo, el ‘Maestro’ y su Veracruz se mantienen sin ganar en el torneo. El único consuelo para los jarochos fue haberle quitado dos puntos al cuadro capitalino, además de la posibilidad de subir al liderato.
Noche de golazos en el Luis ‘Pirata’ Fuente. A la inspiración del especialista en cobros de falta de los Tiburones, se sumó la de Rubens Sambueza. El naturalizado mexicano abrió el marcador con una pintura, digna de un personaje que presume una habilidad desquiciante para los rivales que lo enfrentan.
El gol del capitán americanista se gestó desde la banda derecha, precisamente donde el ‘Maestro’ podía ver con nitidez la acción. El director técnico chileno del Veracruz observó inerme y con desazón cómo Sambueza se quitaba a los defensas escualos. Uno a uno cayeron Rodrigo Noya y Leobardo López, mientras la figura del volante azulcrema se encaminaba al gol. Una vez que Rubens vio a Édgar Melitón Hernández salir, colocó el balón a primer poste.
Anotación virtuosa a la media hora, como las que Reinoso, leyenda del americanismo, llegó a hacer cuando vistió los colores del equipo de sus amores. Fue la demostración de que ‘Sambu’ es capaz de provocar los alaridos de su gente. Cierta envidia se despertó en el entrenador del Veracruz. Lamentó el golpe que el ídolo de las nuevas generaciones americanistas le propinó.
Veracruz había sido mejor hasta ese momento. Entre Julio Furch y Jesús Paganoni habían puesto en predicamentos a Moisés Muñoz. El argentino lo hizo mediante un cabezazo que salió lento, pero muy colocado. El portero águila tuvo que echar mano de un lance agónico para arañar el esférico.
Los Tiburones se crecieron en la segunda parte. América, fiel a la filosofía de Ambriz, apostó al contragolpe. Replegado, dejó ir la ventaja; se convirtió en un equipo gris, como su uniforme.
Con más elementos, América (11 puntos) tuvo un par de ocasiones para ganar el duelo. Pero no, las Águilas han dejado de ser perfectas lejos de casa. Anoche no pudieron contra 10 escualos, quienes apenas tienen cuatro puntos cosechados, de 18 posibles.