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Los barristas de Rayados no encontraron freno.
El veto que les impuso la Comisión Disciplinaria por destruir butacas del estadio Cuauhtémoc les importó poco. Ellos viajaron a la ciudad y entraron al estadio Hidalgo, pese a que tienen prohibido estar en recintos visitantes. La sanción federativa no halló el modo de contenerlos.
Hubo retenes alrededor de la urbe. Los policías hicieron su labor. Pararon los autobuses que venían de La Sultana del Norte, bajaron a los radicales, los revisaron y terminaron por regresarlos. Sin embargo, los castigados personajes decidieron lograr su objetivo, mediante el transporte público y hasta caminando.
Una vez afuera del coso hidalguense, los “hinchas” fueron discretos. Formaron pequeños grupos, no portaban mantas ni hacían escándalo. Sus cánticos resultaron nulos y los desmanes nunca aparecieron. Mostraban su boleto y se sometieron a las estrictas revisiones.
No eran muchos, pero en el interior del Hidalgo eran esperados por un cerco de seguridad que los rodeó en todo momento. Los uniformados clausuraron una de las gradas que suelen destinarse a los grupos de animación foráneos. Fue el único lugar en donde no había presencia de aficionados.
La instrucción en la casa de los Tuzos fue clara desde un inicio para tratar de minimizar la entrada de la barra de Rayados. Hicieron válido el dicho “más vale prevenir, que lamentar”. Los policías estatales y las taquilleras del estadio Hidalgo actuaron para que así fuera. Dieron avisos y tomaron las medidas posibles para hacer valer el castigo de la Comisión Disciplinaria.
“Mira, la promoción es que comprar un boleto de 100 pesos y pueden entrar dos. Pero si te quieres sentar en el lado de Rayados no lo puedes hacer si vienes en plan de barra. Te pueden sacar y no me haría responsable ni te reembolsaría tu dinero”, informó una señorita que atiende las taquillas.
Los uniformados intentaron contener una eventual invasión de los barristas Rayados. Vigilaron a rajatabla, aunque los efectivos de seguridad no fueron tan numerosos como en la vistas de clubes grandes.
“Tenemos la orden de no dejar que entren. Ya ven que no han llegado los camiones y eso que son las siete y cuarto. A esta hora, en otros partidos los estamos revisando. Ni siquiera pueden entrar autobuses de ellos a la ciudad”, afirmó uno de los comandantes.
Los barristas se abstuvieron de realizar actos vandálicos como el realizado en Puebla. Se presentaron en el Hidalgo, mas no hicieron destrozos.
Las butacas terminaron en su lugar. Como interrogante queda si la Disciplinaria sancionará al Pachuca o si le perdonará que se le hayan colado radicales regios.