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La misma historia y el mismo llanto. A Cruz Azul sigue faltándole el centavo para el peso, y víctima de sus propios errores volvió a decepcionar, porque a pesar del buen juego realizado en contra de León, la derrota es lo que duele y lo que frustra.
Partidazo el que se dio en el campo del León, donde La Máquina por más que dio un gran primer juego, acabó como siempre, añorando lo que pudo ser, lamentándose de su destino, escrito por sí mismo con letras de sangre.
Derrota justa para La Máquina, victoria merecida para el León. Mientras los capitalinos se durmieron en los momentos importantes, los guanajuatenses volvieron a enarbolarse en la parternidad que ejerce desde hace 25 años tiene sobre su rival cada vez que juegan en su tierra. No hay manera que los azules ganen en Guanajuato.
Cruz Azul volvió a tropezar con su “coco” y lo peor es que ya en la jornada tres, aún no se suma de a tres, y León sigue con paso perfecto, tres victorias en tres juegos. Nueve puntos.
El gol que anotaron los Cementeros en el primer tiempo, abrió el campo para que el equipo practicara el juego que Tomás Boy quiere ver. Fabio Santos aprovechó un rechace de Yarbrough y a partir de ahí La Máquina le dio un “baile” a León, no le prestó el balón durante toda la primera parte, pero la posesión fue inútil, no se proyectó al frente y de nada sirvió tanto paseo.
En la segunda parte, León reaccionó, León se volvió la fiera que todos conocen y esperan.
El empate llegó con un golazo de Fernando Navarro, un remate cruzado con la cabeza que venció al reaparecido J. J. Corona. No se recuperaban los azules del primer golpe, cuando llegó el segundo, debido a un grave error de Santos, quien retrasó mal el esférico, para que Navarro otra vez, se llevara a Corona y anotara el segundo.
Cruz Azul reaccionó de inmediato. Ariel Rojas remató con la cabeza un servicio de Omar Mendoza para igualar el marcador.
Pero los de Tomás Boy volvieron a hacer de las suyas. Un centro muy pasado, fue mal medido por Corona y Germán Cano anotó otro golazo, pasando el balón entre el portero y el poste.
Boy echó la carne al asador. Echó al equipo al frente en busca de un milagro. Fue una vorágine la que realizó La Máquina celeste en el campo del local, pero sin contundencia.
Joffre Guerrón entró el campo, igual que el español Víctor Vázquez y Matías Vuoso. Lo que generó Cruz Azul fueron remate a los postes y atajadas de Yarbrough, pura aproximación pero nada de gol. Otra vez el equipo capitalino remaba contra la corriente, arrastraba el karma, la mala suerte que desde hace tantos años flota sobre él, con buenas jugadas pero malas definiciones, con balones que tienen todo para entrar, pero que de alguna u otra forma siempre pegan en el larguero o en el defensa y ahogan el grito de gol.
León pidió la hora pero cuando el trabajo estaba hecho. Jugó a lo suyo y sacó los tres puntos que lo ponen como Rayados, con marca perfecta en lo que va de la Liga, con un Maxi Moralez que en poco tiempo en el equipo, se ha convertido en el motor de una Fiera que puede entregar cosas importantes en este Clausura, no sólo victorias dramáticas y golazos para la fotografía. Tomás Boy se fue rumiando su coraje, “Caminos de Guanajuato” le zumbaba en sus oídos y duele más que los abucheos de su afición.