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hector.morales@eluniversal.com.mx
Jugadores cabizbajos, una tribuna enfurecida por la goleada en contra. Un equipo azulcrema gris, sin luces, que se va abucheado por segunda vez consecutiva de su casa en este torneo. América, ayer, resultó más un “campeonísimo” de barro que de leyenda.
Esa etiqueta que peleó el cuadro milloneta durante la semana con su archirrival, el Guadalajara, quedó arrastrada por quienes defienden el escudo azulcrema. Nulo brillo en la cancha, tonos opacos de un club que presume grandeza, pero que volvió a decepcionar a su fanaticada al caer 4-1 ante el Pachuca.
Los Tuzos frustraron la victoria mil en fase regular del conjunto de Coapa. Los emplumados, quienes no empezaban un torneo con dos partidos sin ganar en casa desde el Clausura 2012, quedaron anulados ante la velocidad de los hidalguenses. América se vio reducido a su mínima expresión. La falta de ideas ofensivas y pegada fueron sus grandes malestares.
El hartazgo se notó en el Azteca. Recinto en el que las Águilas de Ignacio Ambriz apenas han conseguido un 36.6 por ciento de efectividad (10 duelos entre el Apertura 2015 y el Clausura 2016). Estadística que genera abucheos, inconformidades, reproches y una silbatina con la tonada de los recordatorios maternales hacia el que presume ser el más ganador del futbol mexicano.
La visita tuvo una tarde en la que hizo lo necesario para sumar los tres puntos y llegar a siete en la campaña. Se le notó cómoda en el trámite del juego. Lanzó sus ataques en el momento preciso. Golpeó sólido al americanismo (4 puntos) que sólo tuvo capacidad de respuesta cuando se vio dos goles abajo.
Un único chispazo emplumado en el inicio del partido y nada más. El disparo de Brian Lozano de tiro libre al travesaño en el minuto siete fue el único peligro real sobre la meta de Óscar Pérez.
En un tiro de esquina comenzó la debacle del América. El remate que intentaba Óscar Murillo resultó empujado en propia portería por Ventura Alvarado (18’). El lateral americanista comenzó así un duelo en el que su banda representó un sendero libre para que los Tuzos se encaminaran a la victoria.
Al minuto 27, uno de los baluartes del 12 veces campeón del futbol mexicano erró. Moisés Muñoz resultó incapaz de atajar un disparo desde la banda izquierda (defendida por Alvarado) de Érick Gutiérrez. Hecho aprovechado por Franco Jara para colocar la ventaja de 2-0. Primera pifia del guardameta en la tarde.
La reacción amarilla quedó para la segunda parte. Mayor enjundia y amor propio mostrado por los americanistas. Su capitán, Rubens Sambueza, trató de conminar a los suyos con una pelota que acabó en el ángulo de la portería del ‘Conejo’ Óscar Pérez (70’). Sin embargo, Oribe Peralta, Carlos Darwin Quintero y Darío Benedetto se convirtieron en jugadores comunes y corrientes, capaces de errar remates, controles de balón y dejar a su equipo sin la igualada. Pachuca lo aprovechó.
En un contragolpe, los Tuzos hicieron el 3-1 final, por la vía de Hirving Lozano, quien sólo empujó el esférico ante un desarmado Muñoz (86’). En tiempo de compensación, Alfonso Guzmán soltó el bombazo lejano que se “comió” Moi Muñoz en forma grosera, para enmarcar la goleada (92’). El otrora héroe de los tres postes la pagó ayer, justo en el año del Centenario y en medio de tantas presunciones.
Los aficionados azulcrema comenzaron a irse del estadio apenas el marcador se vio imposible de remontar. Los que se quedaron hasta el silbatazo final repudiaron a su equipo y al entrenador. No soportaron una nueva tristeza que le dio ese “campeonísimo” de barro, que jugó de amarillo ayer en el Azteca.