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Celta y Atlético de Madrid igualaron a cero en un encuentro intenso, en el que ambos equipos no escatimaron esfuerzos para encarrilar una eliminatoria de cuartos de Copa que se decidirá en el Vicente Calderón dentro de una semana.
Hubo una parte para cada equipo, y la primera fue del Celta, a pesar de que el arranque pudo llevar a engaño, ya que a los tres minutos el Atlético pudo inaugurar el marcador, pero Jackson Martínez, algo forzado, no pudo orientar entre palos su remate tras asistencia de Filipe Luis desde la línea de fondo.
La réplica, casi inmediata, llegó por parte de Iago Aspas, quien tras combinar con Guidetti remató muy centrado y Moyá pudo quitarse el balón de encima.
Tras este intercambio de golpes, el conjunto celeste fue poco a poco ganando la batalla del centro del campo y el tridente atacante de los de Berizzo empezó a buscarle las cosquillas al muro rojiblanco.
Salvo una cabalgada de Gámez por banda derecha que hizo palidecer a la zaga celeste hasta que Koke erró en el último pase, el Atlético se limitó a achicar espacios y a correr detrás del balón, esperando que escampara.
El Celta no tradujo su dominio en claras ocasiones, más allá de una triangulación entre Orellana, Jonny y Pablo Hernández, en la que el chileno se quedó a centímetros de rematar cerca del área pequeña.
El decorado cambió por completo por el pase por vestuarios.
El Atlético puso una marcha más y rozó el gol a las primeras de cambio con un cabezazo de Savic a la salida de un córner que salió cerca del palo.
Luego, Jackson obligó a esforzarse a Rubén tras un pase de Griezmann.
Ambos pasaron de puntillas por Balaídos y Simeone decidió enviarlos a la ducha antes de tiempo.
Primero al colombiano, a quien sustituyó por Correa, y en el minuto 79 al francés, por quien entró Thomas. Entre medias, Vietto cogió el testigo de Carrasco.
Además de oxígeno, los cambios aportaron mordiente al conjunto rojiblanco.
Correa probó suerte con el pie y con la cabeza, pero no pudo batir a Rubén.
Mientras, Berizzo hizo debutar a Beauvue, que apenas pudo intervenir en ataque.
El Celta, que también supo sufrir para contener las embestidas del rival, pudo cantar bingo ya en el minuto 81 con una cesión de Augusto a Moyá, que había salido a por un balón dividido, pero Gabi estuvo atento para conjurar el peligro.
La polémica llegó en las postrimerías con unas manos de Thomas dentro del área que el colegiado no consideró voluntarias.