Más Información
jose.parra@eluniversal.com.mx
Con un decidido “ya basta al racismo”, Wilner Metelus, presidente del Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos (CCDNAM), repasa los múltiples casos que se han presentado a lo largo del semestre, sin que haya un alto que satisfaga a los agredidos.
“Cada semana es lo mismo”, reprocha el activista, a quien se le acumularon varios incidentes, todos relacionados con el futbol mexicano.
“Lo que está pasando en el futbol mexicano es triste y especialmente la UNAM, por lo que representa a nivel internacional. Es una de las mejores en el continente. Es una universidad con bastante prestigio y la respuesta de algunos directivos, como Antonio Sancho, es que no fue cierto”, lamenta en entrevista.
Metelus rememora que hace justo cinco años, Darío Verón, junto con el ex futbolista de Pumas, Marco Palacios, emitieron insultos racistas contra el panameño Felipe Baloy.
“Ellos hicieron campaña con Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) sobre el tema”, recuerda. “No fue la primera vez. Así que exigimos a la Federación Mexicana de Futbol un castigo de por vida contra Darío Verón, si es culpable, tal como lo exigimos también para el vicepresidente del Puebla”, añade.
En lo que va del Clausura 2015 se han presentado cinco incidentes racistas en distintos ámbitos, todos en el futbol.
En agosto en Cancún —dentro de la Liga MX—, jugadores del Pachuca emitieron ruidos similares a los de un simio contra el cuarto árbitro Adalid Maganda. No hubo ningún tipo de sanción, pero el nazareno pitó la final de ida de la Liga de Ascenso entre Atlante y FC Juárez.
Un mes después, la Barra 51 del Atlas redactó en su cuenta de Twitter “Más cantera, menos negros de mierda”, en alusión al jugador Franco Arizala.
En noviembre hubo dos incidentes: aficionados del Toluca gritaron insultos racistas contra el futbolista Carlos Darwin Quintero, del América; y el vicepresidente del Puebla, Álvaro Flores, le dijo “negro de mierda” al jugador Efraín Cortés. La FMF lo sancionó un año.
Ahora Verón vuelve a estar en el ojo del huracán.
