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El América desplegó las alas y tomó vuelo a las semifinales a costa de León, porque aunque falta el juego de vuelta a celebrarse en donde “La vida no vale nada”, la realidad es que el marcador 4-1 parece una lápida para La Fiera y un boleto directo a la siguiente fase para las Águilas.

Ignacio Ambriz se reivindicó con su gente, ya que al fin hizo pesar su casa, el Azteca, en donde tanto sufrió durante el torneo regular, sacando una ventaja determinante, además de que el mismo Nacho ganó un juego de Liguilla, después de cuatro oportunidades. La vuelta en el Nou Camp será un trámite.

A goles. Como la Liguilla se juega a goles, León decidió no quererlos recibir, y fuera de su costumbre de abrirse de capa, prefirió guardarse, pues es conocida su malsana costumbre de ser una auténtica “coladera” cada que sale de su casa.

Pero no le resultó. Dice un viejo adagio que equipo que juega a no perder, está más cerca de hacerlo, porque La Fiera, afectada por la baja de Mauro Boselli, eligió que no le hicieran daño. Juan Antonio Pizzi mandó a su equipo a esperar el error del rival y a que el ímpetu obligado de las Águilas jugara a su favor.

Al inicio les funcionó, el juego comenzó adormilado y hasta se fueron arriba en el marcador, gracias a un tanto de Nacho González, y la ventaja pudo ser de dos goles, si Burdisso no envía su cabezazo al poste, pero a partir de ahí, el esquema se rompió, los traumas renacieron y el América lució devastador.

Sólo fue cuestión de que las bandas comenzaran a trabajar para que el centro cayera. Goltz empató al aprovechar un mal rechace; lo mismo hizo Paul Aguilar para meter el segundo ante la débil defensa de Carlos Peña. Y el tercero sentenció el juego, pero quedó manchado. En la semana, tratando de desviar la atención de la “revolución en el vestidor”, Pizzi lanzó la frase: “Cualquier error arbitral frente al América nos va a perjudicar” y eso sucedió. Andrade entró al área y antes de que Yarbrough lo tocara ya estaba en el piso. El silbante, César Ramos, dudó, pero ante la duda lo marcó. Penalti inventado que Darío Benedetto convirtió en losa para el León.

Se volteó el guión para la segunda parte. América cedió la iniciativa y La Fiera cayó en la trampa. Decir que León vendió cara la derrota sería exagerar, porque ni las garras metió, llegó al Azteca con un trauma que aunque tardó, salió a relucir.

Un bombazo de Michael Arroyo —con cierta participación de Yarbrough—, definió la historia en un tiro libre, quien volvió a la titularidad en detrimento de Christian Martínez, lo que comenzó con la polémica semanal leonesa.

La serie parece decidida, pero no está todo dicho, falta ver la versión del León en casa, donde saca las garras y se suelta la melena, y donde tendrá a Boselli, su hombre gol.

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