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edgar.luna@eluniversal.com.mx
Fue de esos triunfos que quedaron en la historia, por todo lo que se vivió ahí. Porque el juego que México ganó el 2 de mayo de 1993 en el estadio Metropolitano de Tegucigalpa, fue más allá que un simple partido de futbol. “Tenía hasta tintes políticos”, recuerda Miguel España.
España era en ese entonces, piedra angular del sistema de Miguel Mejía Barón, técnico mexicano que hizo de todo para que su equipo jugara tranquilo y saliera con un triunfo de 1-4, dejando a los catrachos fuera de la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994.
“Ha sido de los partidos más duros que me tocó vivir. Los medios, hasta los políticos, encendieron ese juego, lo calentaron de más. Cuando llegamos, todos estaban en nuestra contra”, recuerda el contención.
Desde el arribo hubo muestras de hostilidad y en la noche, una antes del juego, “se les ocurrió [a la afición de Honduras], ir a darnos serenata, o sea no dejarnos dormir”.
Ahí salió a relucir el colmillo del doctor Mejía Barón. “Nos hizo cambiar de hotel a escondidas y él, junto con sus auxiliares como Javier Aguirre se quedaron a ser vistos para que los hondureños creyeran que estábamos ahí, mientras que nosotros dormíamos tranquiliamente en un hotel cercano”.
A la hora del juego, todo creció... “Como te decía, hubo tintes de otra especie. Había cambio de gobierno, las cosas no iban bien en el país y utilizaron el juego para calmar el ambiente en contra”.
El equipo mexicano no se dejó amedrentar y salió avante, “a pesar del árbitro. Trajeron un brasileño para que hubiera imparcialidad, pero fue todo lo contrario”.
México ganó, pero no todo terminó ahí... “La gente se nos fue en contra, lanzaron gases, hubo heridos, creo que hasta muertos... Nosotros nos reguardamos en un vestidor por tres horas hasta que el Ejército nos ayudó a salir”, rememora España.
La Selección regresa a Honduras y el ahora comentarista espera “que no pase nada de eso, sólo que se repita una cosa: Que México gane”.