Más Información
daniel.blumrosen@eluniversal.com.mx
Culpar de casi todos los males que padece cualquier equipo a esos hombres que encanecen, pierden cabello o se vuelven aún más ogros en la zona técnica, es el ‘modus operandi’ de muchos directivos en el futbol mexicano, para quienes cambiar de entrenador suele ser la primera solución.
Durante los más recientes 10 años, la hoy llamada Liga MX se ha convertido en un carrusel de estrategas. Esperar el término de un campeonato resulta lejano para quienes toman las decisiones en las instituciones, por lo que —desde el Clausura 2006— 115 timoneles dejaron su cargo en plena competencia, lo que arroja una media de 11.5 entrenadores cesados por año.
Promedio muy superior al que, en el mismo lapso, tienen las cuatro Ligas más poderosas futbolística y económicamente del orbe: Italia (9.7), Inglaterra (8.9), España (6.5) y Alemania (4.3).
“No hay confianza en los directivos, seguridad para decir que se la juegan con alguien”, diagnostica Manuel Lapuente, entrevistado vía telefónica. “Por ejemplo, [sir Alex] Ferguson es el director técnico que más ha durado en un equipo [27 años con el Manchester United]... Y también tuvo malas, varios torneos dificilísimos; sin embargo, lo aguantaban, porque tenían confianza en su capacidad”.
“A veces, no resultan las cosas; simplemente, uno no le halla la cuadratura al círculo y está difícil, como lo que le está pasando a [José] Mourinho [en el Chelsea]. Vamos a ver cómo actúan [los directivos del club londinense], pero —en nuestro torneo— ya lo hubieran corrido, porque no tenemos memoria, y ellos sí la tienen. Se acuerdan que les ha dado muchas cosas”.
El sistema de competencia también influye. En Europa se disputa un torneo de Liga al año. La premura por obtener resultados positivos es otro factor que genera desesperación en los altos mandos, aunque el ‘Hombre de la Boina’ asegura que “por ahí va el asunto: hay precipitación con el director técnico, porque no es el único culpable”.
Pero la estadística refleja que eso piensan los directivos.
Lapuente, quien —durante la más reciente década— salió en pleno certamen de los Tigres (Clausura 2009), el América (Clausura 2011) y el Puebla (Apertura 2013), no se anima a diagnosticar que la paciencia directiva disminuyó con la aparición de los certámenes a una vuelta (Invierno 1996), pero está convencido de que sus colegas prefieren el formato anterior.
“Al director técnico, siempre le convendrá más un torneo largo, por los trabajos que tiene que hacer” , comparte. “¿En cuántos equipos se dio que no daban en la primera vuelta y despuntaron durante la segunda? 17 juegos no me dicen algo para un director técnico que acaba de llegar”.
Setenta y tres hombres distintos no han terminado el torneo que dirigieron, del Clausura 2006 a la fecha. Ninguno como Rubén Omar Romano, a quien le sucedió en siete ocasiones: Atlas (Aperturas 2007 y 2011), América (Clausura 2008), Santos (Clausura 2011), Morelia (Clausura 2013), Puebla (Apertura 2014) y Xoloitzcuintles de Tijuana (Apertura 2015).
“Es una realidad que en México hay menos paciencia para los directores técnicos”, sentencia Fernando Quirarte, cesado por el Guadalajara en el Clausura 2012. “El sistema de competencia también podría ser factor, pero me inclino más a darle tiempo al entrenador”.