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Preso de la ira, Tomás Boy se refugió en el banquillo tan pronto como el árbitro Fernando Guerrero señaló aquel ligero contacto de Fabio Santos sobre Julio Furch. El goleador del Veracruz vendió y el juez compró, lo que desató la frustración del entrenador azul.

Sabía que no llegaría el milagro, no si se dirige a un equipo eternamente ligado a la calamidad. Gabriel Peñalba lo comprobó con esa ejecución que engañó al meta Guillermo Allison (67’).

Quedaban varios minutos por jugarse, pero los Cementeros intuían que todo había terminado... En el partido y el Apertura 2015.

Dolorosa y costosa igualada (1-1) para La Máquina, cuyas esperanzas de clasificar a la Liguilla lucen como simple utopía.

El panorama se nubla más por la baja de José de Jesús Corona, quien probablemente se pierda algunos encuentros a causa de la lesión en el hombro izquierdo que ayer sólo le permitió jugar siete minutos.

El choque con Édgar Andrade fue inesperado y letal. El arquero sufrió un severo golpe. Antes de ponerse en pie, se quitó los guantes.

Iniciaba otra amarga jornada en el estadio Azul. Miles de corazones se resquebrajaron mientras uno de sus ídolos caminaba lentamente hacia la escalera que conecta con el vestuario. El resto de los Cementeros pareció reponerse. Asfixiaron al Veracruz en su área. La llegada del gol era cuestión de tiempo.

Jesús Paganoni la retrasó con aquel desvío a disparo de Jorge Benítez, mas quedó indefenso ante el zapatazo de Lucas Silva (16’).

Uno de los principales fichajes cruzazulinos para este semestre se fue en blanco durante los primeros 12 juegos de Liga. Ha anotado en los dos más recientes.

La definición de ayer fue de colección. Colocó el esférico donde quiso. Bello tanto, aunque poco útil para un equipo que se derrumbó.

A partir de entonces, el Veracruz impuso condiciones, mientras La Máquina apostó a contener y a la suerte. La recibió cuando el cotejo cumplía su primer tercio. Santos habilitó a Furch tras el servicio de Emmanuel García, pero el árbitro asistente Juan Carlos Salinas consideró que estaba adelantado. Arponazo del que los escualos se recuperaron.

Al visitante le venía bien la unidad. Se dio por bien servido con el gol de Peñalba. Alargó a siete su racha de visitas sin triunfo a la antigua Ciudad de los Deportes (dos igualadas y cinco reveses), pero sí fulminó la anemia que experimentaba en el hogar celeste. El espigado volante de contención terminó con una cadena de 344 minutos sin anotaciones jarochas, frente a los celestes, en el Distrito Federal.

Lo que explicó el efusivo abrazo dado a Carlos Reinoso. Dio lo mismo si Furch dramatizó el contacto de Santos. Los Tiburones Rojos estaban conscientes de que el futbol y el arbitraje les debían una.

No hubo necesidad de hacer cuentas. Empatar fue una derrota moral.

No, Tomás tampoco podrá... No con sólo seis partidos como margen de maniobra. Con 16 puntos y nueve por disputar, La Máquina está virtualmente eliminada.

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