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David Josué García Evangelista jugaba futbol porque perseguía su sueño: ser como Cristiano Ronaldo. Se enroló en los Avispones de Chilpancingo para perseguir ese anhelo que solía compartir con su madre.

El 26 de septiembre de 2014, las balas de un comando armado, que atacó el camión del equipo de Tercera División, fulminaron el sueño de aquel jovencito de 15 años.

“Mi niño quería ser un grande. Le encantaba jugar futbol. En relajo me decía que iba a ser futbolista, que iba a ganar mucho dinero, que me iba a hacer una casa, que se compraría uno de los autos convertibles que le gustaban. Él soñaba eso, irse a otro lado y jugar al futbol”, rememora, en entrevista con EL UNIVERSAL, la madre de David, Roberta Evangelista Hernández, a casi un año de distancia de la tragedia.

David Josué tenía a las Chivas Rayadas del Guadalajara como su equipo favorito. Le gustaba tomarse fotos con la camiseta rojiblanca para subirlas a las redes sociales.

Pero “su jugador favorito, al que siempre admiraba, era Cristiano Ronaldo. Era su ídolo. Sus tenis eran de él, de ‘CR7’, como decía. De grande quería ser como él”.

Aquella noche en que el chico perdió la vida, los Avispones fueron a Iguala a jugar un partido. Regresaron un poco más tarde de lo normal, “porque el árbitro se tardó en entregar la cédula”.

“Me entero del ataque por las redes sociales. Con mi niño había hablado 10 minutos antes del incidente”, recuerda la progenitora del fallecido futbolista.

“Me dijo que ya venían, que los habían detenido, pero que ya habían pasado el retén. Me extrañó su llamada. Me sorprendí porque era muy tarde. A las 11:30 [de la noche] recibo la llamada, que venían bien. Estaba inquieta, me puse a hacer tarea con mis otros niños. Eran las 12 y media, casi la una de la mañana. Veo que el autobús de los Avispones había sido atacado”.

La incertidumbre se apoderó de doña Roberta: “Tenía el teléfono del técnico, pero le hablé y no contestaba. Empiezo a marcar a mi niño y no me contestaba; se hablaba de heridos. Le insisto al técnico, pero me contestó un sobrino y lo primero que me dicen es que mi hijo había recibido un balazo en el estómago. Fue una locura, decían que la carretera estaba peligrosa, con balacera. No sabíamos qué hacer”.

“Por los medios, nos enteramos de que había muerto una persona, me comunico y había llegado la ambulancia, me dijeron que había que ir al hospital. Tengo un hermano en Iguala y él nos dijo que mi hijo había fallecido”, explica la mamá, aún dolida, consternada. Todavía hay lágrimas.

El dolor de Roberta, a casi 12 meses de la pérdida, se mantiene. Asegura tener la impresión de que el ataque al camión del cuadro guerrerense fue una emboscada y no una confusión con los normalistas de Ayotzinapa, hoy desaparecidos.

“Estoy triste. Al mismo tiempo hay coraje, se siente impotencia por todas las cosas que han pasado, como es el caso de mi niño. No le hacía mal a nadie.Espero que se haga justicia”, demanda.

“Le pediría al presidente Enrique Peña Nieto que las cosas se esclarezcan. Que se nos diga la verdad, por qué los atacaron. No nos queda claro que fue una confusión. No lo decíamos por miedo. Fue una emboscada, porque no quisieron identificarlos primero”, añade.

Busca que el jefe del Ejecutivo les dé una audiencia. “La hemos pedido y no se ha hecho. Recibió a los padres de los normalistas, pero que se dé cuenta de que también somos víctimas de los mismos hechos”.

La madre de David Josúe expone que sus otros dos hijos cambiaron el estado de ánimo. “Trato de encontrar fuerza en ellos, que no me vean triste”, manifiesta.

—¿Qué le diría a su hijo si lo pudiera tener otra vez?

“Le diría que lo quiero mucho, que daría lo que fuera por tenerlo conmigo, porque así era. Si lo tuviera enfrente le diría que lo amo, que él sabe cuánto lo quería.

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