Monterrey.— Aguardó en el moderno túnel que conecta a los vestuarios con la cancha para felicitar a esos hombres que le acababan de salvar, pero Sergio Bueno esperaba con mayor emoción a ese chico de barba cerrada que, hasta hace unas semanas, era un completamente desconocido para buena parte del pueblo celeste.

Juan Carlos García Sancho, a quien una serie de casualidades convirtieron en el líder de la castigada zaga azul, recibió el más efusivo de los abrazos. Sí, el tempranero gol de Matías Vuoso (6’) otorgó certidumbre a un grupo frágil de espíritu, mas el arrojo del canterano fue lo que verdaderamente obsequió tiempo a su estratega.

Adiós a la racha de cuatro caídas en fila (la peor de los Cementeros en 11 años). El empate en el estadio BBVA Bancomer (1-1) les ayuda poco en lo numérico. Es lo de menos. Brinda paz y alarga el proceso encabezado por Bueno, quien tendrá la posibilidad de llegar al choque del sábado, en el estadio Azul, frente a los Pumas.

El botín pudo ser completo, de no ser por la valentía de Dorlan Pabón y la nueva decepción de José de Jesús Corona. El zapatazo del atacante colombiano fue despiadado, aunque el meta tapatío había hecho lo más difícil. Su brazo derecho alcanzó el balón, insuficiente para evitar que estremeciera sus redes (72’).

Los Rayados creyeron en una victoria que parecía sencilla antes del silbatazo inicial del árbitro Fernando Guerrero. Fue entonces que García Sancho volvió a comandar a esos menuditos escuderos llamados Fausto Pinto y Omar Mendoza.

Sin los lesionados Julio César Domínguez, Francisco Javier Rodríguez y Emanuel Loeschbor, Bueno debió confiar en una zona central nutrida en nombres, pero con poca experiencia y mucho menos entendimiento.

Sus futbolistas lo sabían, así es que intentaron defenderse con el balón en los pies. Después de aquel bombazo de Pabón que erizó las pieles azules en los albores del juego, el visitante se valió del talento de Joao Rojas y Fernando Belluschi para hurtarle el esférico al local. Escenario impensado por Antonio Mohamed, cuyo rostro reflejó nerviosismo desde los primeros minutos.

Temores confirmados en aquel saque de esquina que enmudeció al estadio más nuevo en la Liga MX.

Justo antes de que Belluschi ejecutara, el ‘Toro’ le hizo una seña apenas perceptible. El talentoso volante argentino recibió el mensaje y colocó la pelota donde el goleador se siente más poderoso: en el juego áereo y uno contra uno.

Vuoso no tuvo problemas en ganar la batalla al central colombiano John Medina, mucho menos para superar al arquero Jonathan Orozco.

El cuestionado entrenador del Cruz Azul recibió muy pronto el tanque de oxígeno que tanto necesitaba, porque el trámite del cotejo se dio como lo planeó durante las dos más recientes semanas, esas en las que se especuló sobre un posible ultimátum de los altos mandos cementeros.

Belluschi y Rojas aprovecharon la desesperación de los laterales Efraín Juárez y Édgar Castillo. El problema es que sólo Matías hacía presencia en el área regiomontana. El control de los Cementeros era frágil.

Se rompió con el disparo que laceró todavía más el corazón de Corona, quien tardó algunos segundos en reincorporarse. Está consciente de que las dudas volverán. Hasta en ese momento, García Sancho lo reconfortó, porque el chico demostró ser buen defensa y líder.

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