Charlotte.— Llegaron 17 y se les fue uno. Después arribaron cinco y desertó otro más.
Aun así, Cuba calificó a cuartos de final de la Copa de Oro por tercera ocasión en su historia. En un ejemplo de amor a la camiseta, al juego y a su país, la selección cubana derrotó 1-0 a Guatemala con gol de su mejor jugador, Maikel Reyes (73’).
En los últimos minutos del encuentro, el público mexicano se entregó a los caribeños, que se tiraron al suelo fatigados cuando el árbitro pitó el final. Lo que viene a los de la isla no es fácil, ya que su siguiente rival será nada menos que el anfitrión Estados Unidos, un duelo que lleva además de lo deportivo, tintes políticos.
Teniendo poco que perder, guatemaltecos y cubanos ofrecieron una primera parte abierta y sin complejos, con llegadas por las bandas y tiros de larga distancia, pero con pésima puntería.
Conociendo lo que necesitaban hacer para calificar, los cubanos, con una segunda baja por deserción, fueron los más insistentes, optando por el juego de presión y robo en el primer tercio de la cancha rival.
Guatemala tuvo la más clara, cuando Carlos Mejía entró al área cubana, pero fue derribado; penalti que el árbitro Elmer Bonilla, de El Salvador, no marcó.
Para el segundo tiempo, la experiencia de los chapines salió a flote al copar la media cancha y saltar rápidamente a sector ofensivo, donde Carlos Ruiz tuvo dos remates a puerta desde el manchón de penalti, ambos flojos y a las manos del portero.
Pero el pundonor cubano fue mayor. Olieron el triunfo y fueron por él. Ariel Martínez desbordó y su estrella, Maikel Reyes, remató de cabeza para lograr el gol de la deseada clasificación a cuartos de final.
Guatemala pareció reaccionar ante la desventaja y se fue por el gol que le quitara, por lo menos, la vergüenza de perder ante una selección sin liga profesional, pero el ‘Pescadito’ Ruiz evidenció que el tiempo no perdona y dejó ir de nueva cuenta claras ocasiones.
En los últimos minutos del juego, el Bank of America Stadium se entregó a los cubanos, un equipo en el que nadie creía, ni ellos mismos, y ahora están en los cuernos de la luna.