Miguel Herrera quiere la gloria completa en este verano de 2015. La primera cita es en la Copa América de Chile, y la segunda, en la Copa de Oro de Estados Unidos.

Todo está programado, todo está dirigido para que en el último juego del torneo, México se vea las caras con su llamada “bestia negra”: Estados Unidos, en Philadelphia.

—¿Te quieres agarrar a los estadounidenses en igualdad de circunstancias?, se pregunta al técnico.

“Los dos partidos que hemos tenido contra EU han sido con jugadores de la Liga, de nuestra parte. En este segundo tuve más limitantes, porque no podías tocar dos equipos, había clubes que jugaban en viernes y entiendo a los técnicos que se juegan la calificación o el descenso; el torneo estaba tan cerrado, que perder o ganar un punto era estar eliminado o calificado, por eso hay que analizar bien esos partidos contra EU o saber en que fecha meterlos”.

La marca de Miguel Herrera con los estadounidenses, como técnico nacional, es de un empate a dos goles y una derrota por 2-0.

“En el primer partido íbamos perdiendo y empatamos, y hasta pudimos darle la vuelta. Hicimos correcciones que nos dieron resultados. En el segundo, arrancamos bien y después tienes que hacer modificaciones que ya tenías planeadas en zonas donde no querías hacerlas, ya que eran obligadas por las circunstancias”.

Para llegar a esa final “tendremos que ganarle a Costa Rica, Honduras, al mismo Estados Unidos, pero se enfrentarán a un equipo mucho más maduro, un equipo trabajado. Y al final de todo, vamos a ganar y a jugar el partido contra EU en octubre para ir a la Confederaciones... y lo vamos a ganar”.

Miguel Herrera no podrá, de inicio, estar en la concentración del equipo mexicano, que inicia el 14 de junio, debido a que estará en Chile dirigiendo la Copa América.

Mientras llega, Santiago Baños estará al frente del equipo.

Baños fue compañero como jugador de Miguel, además de ser dirigido por él mismo. Ahora es su auxiliar, mano derecha, la gente en quien más confía dentro de la cancha.

“Lleva 9 años trabajando conmigo, el que tiene más en mi equipo es el profe Rangel, que está desde que soy técnico, hace 12 años. Santiago y Diego [Ramírez, hijo del técnico Jesús Ramírez], fueron jugadores míos, compañeros; les tengo mucha confianza, y ellos son chavos que quieren mostrar sus capacidades. Santiago tiene experiencia, preparación, carácter, sabe lo que me gusta en la cancha, él va a recibir a los muchachos y ellos saben que estar con él, es como si yo estuviera ahí”, elogia Miguel.

Santiago y Diego, son sus brazos, “pero al final, la decisión es mía. Siempre pregunto cómo ven, qué opinan, igual con José Torruco [preparador de porteros] y Gibrán [el otro preparador físico]. Diego me ha sorprendido mucho, tiene gran preparación, dedicación para el trabajo, es más pensante, saca ejercicios muy buenos que ponemos en práctica”.

Lo que más valora Miguel, aparte de las capacidades de su equipo de trabajo, es la lealtad, su compromiso para cumplir con los objetivos trazados.

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