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Torreón.— Javier Orozco sale del vestidor y se encuentra con un puñado de fans que le piden su firma. ‘Chuletita’ los recibe con una sonrisa, después de quitarse la playera con el 27 en la espalda con la que se encumbró como un héroe de la Comarca.

Esa prenda ya es parte de la historia de la finales del futbol mexicano.

El delantero disfruta su momento. Emite una risa, deja que sus seguidores se tomen ‘selfies’ junto a él y abandona el estadio Corona junto al resto del plantel en el autobús albiverde que lo espera. Se le nota aún el brillo en los ojos, luego de hacer cuatro goles con los que Santos está a 90 minutos de distancia de alcanzar su quinto título en Primera División.

“¿Qué puedo decir? La verdad es que el futbol siempre te da revanchas. Es algo muy bonito lo que viví anoche [el jueves]. Ahora hay que pensar en el domingo. Ir a finiquitar la obra a Querétaro y pensar en que podemos ser campeones”, comparte el autor de un póquer de goles en el primer duelo de la serie por el título.

Mucho tiempo vivió en la oscuridad, en la medianía de un artillero que no acababa de explotar. Salió por la puerta de atrás de Cruz Azul y en los Guerreros le había costado en despertar y ser constante.

Tuvo algunas “probaditas” de Selección Nacional, pero nunca le llenó el ojo a los entrenadores que pasaron por el combinado.

Hasta antes del choque de Santos ante Gallos, el ariete ni siquiera había pasado el umbral de los 50 goles en partidos de liga, al sumar 47.

Pero no se rindió. Tardó pero ahora es un ídolo en Torreón. Vivió, por fin, su dulce resurrección en la mismísima final del Clausura 2015.

Sus dianas provocaron un ambiente de fiesta en la Comarca Lagunera. El público de pie le aplaudía en el estadio por ser el artífice de la goleada santista 5-0 sobre los Gallos Blancos que lucieron desconcertados.

Apagado de luces, fuegos artificiales y una celebración de campeonato se vivió porque el resultado que obtuvieron los laguneros es prácticamente irremontable en la revancha.

La fiesta se apoderó de Torreón. Las banderas estaban en todo o alto, movidas por el viento triunfal que se sentía en las tierras coahuilenses.

Aficionados de la escuadra guerrera bailaban al ritmo de la batucada en las calles y las bebidas alcohólicas pasaban de boca en boca con ese ánimo de una pachanga que se prolongará hasta que concluya la entronización de Santos Laguna en este certamen.

Orozco confiesa que cada una de las noches previas a los partidos se ilusionaba con ser el héroe de su club en una instancia fundamental. Se le cumplió y promete nunca olvidar la mejor noche de su carrera.

“Como delantero siempre sueñas con algo así [meter cuatro anotaciones en una final]. Lo sueñas, lo piensas. Todos los días piensas en que puedes marcar gol y siempre quieres más y más”, expresa orgulloso.

“Mírame ahora. Junto con el grupo marcamos cinco goles...¿qué más puedes decir?”, dice con un nudo en la garganta que denota su emoción.

Sólo el tiempo separa a Santos y al “Chuletita” de alzar la gloria. Faltan 90 minutos en el estadio Corregidora para que se borde una estrella más en el escudo de los Guerreros.

Sólo una debacle o milagro queretano podría arrebatarle a los laguneros la celebración de un título más en sus vitrinas a partir de mañana.

La vuelta de la gran final luce de trámite. En Gallos Blancos sólo prometen poner dignidad en el marcador y luchar todo el duelo a manera de resignación por la debacle vivida en el Territorio Santos Modelo.

“Estamos a un pasito nada más [del campeonato]. Hay que jugar esos 90 minutos como si no hubiera pasado nada. Tenemos que jugar como lo hicimos en la ida. Esta va 5-0, es cierto, pero todavía no termina”, explica Orozco, aún con el sabor de haber consumado su revancha personal y tener a Santos acariciando la gloria de ser campeón por quinta vez.

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