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Grita, agita el puño. El estadio Corona estalla a sus pies. Javier Orozco tiene el heroísmo en sus botines, a Santos con una mano en el trofeo de campeón.

‘Chuletita’ corre por el césped lagunero, ebrio de júbIlo, cubierto por la gloria. Termina en el suelo, implora al cielo y su sonrisa contagia. Tiene una de esas noches que todo delantero llega a soñar. Un póquer que le devora el corazón de alegría por ser el primero en su carrera en Liga y lo disfruta con el resto de la afición que nunca había terminado de confiar en él.

Los cuatro goles de Javier Orozco sirven para igualar lo hecho por Gustavo “Gusano” Nápoles en una final. Ocurrió en la vuelta del Verano 1997, cuando el jugador de Chivas consiguió dicha cifra en el 6-1 sobre Toros Neza.

“Oe, Oe, oeeee, Santoooos, campeóóóón”, corea al unísono la Comarca Lagunera, segura como nunca que bordarán una estrella más en el escudo de la playera de sus amores. El 5-0 de su escuadra sobre Querétaro, con cuatro dianas de Orozco, es lapidario.

“El futbol da muchas revanchas y gracias a Dios que me tocó vivir esto”, celebra Orozco. “El futbol da revanchas por lo que viví con Cruz Azul, contra América, esto me premia y la afición, tan linda, se lo merece también”, agrega. “Hay que seguir así, tenemos que ir allá igual y si se da meter más goles, hacerlos”, remata motivado.

La “ola” en el estadio Corona acompaña al ‘Chuletita’ en sus festejos. Cada anotación lo consagra como el hombre que pudo haber definido desde la ida la serie por el título del Clausura 2015. Despedaza a su rival y comienza a resquebrajar la magia de Víctor Vucetich, técnico de los noqueados Gallos Blancos.

El famoso ‘Rey Midas’ busca explicación al derrumbe de sus desplumados pupilos. Pedro Caixinha, estratega local, aplaude, se deja abrazar por sus auxiliares. La final luce definida en los primeros 90 minutos. Los otros tantos que restan lucen como mero trámite.

‘Chuletita’ borra la nostalgia por Jared Borgetti, Oribe Peralta, Carlos Darwin Quintero y Christian Benítez, leyendas del club lagunero. También los años de intermitencia, de ausencia de consolidación que han caracterizado su carrera. Se convierte en un monstruo que manda a guardar cada balón que toca.

Primero con un empujoncito al balón hacia la red cuando el partido amanecía (4'). Luego con un cabezazo certero a centro de Adrián Aldrete (26'), al minuto 32 con un remate que deja fuera de combate al portero emplumado Tiago Volpi y finaliza su obra con una jugada igual a la de su primer gol (62').

El quinto de Santos, obra de Diego González, acompaña la perfecta del dorsal 27.

Hasta Alejandro Irarragorri, dueño de Santos, reparte abrazos entre la afición que no para de vibrar ante la gesta de su atacante.

Como santista, el ‘Chuletita’ también ha tenido que batallar. Tiene una actividad más constante que en el conjunto celeste, pero su pelea con el gol había sido constante. Sólo había marcado dos anotaciones.

Nunca es tarda para hacer los sueños realidad. A sus 27 años, con madurez para encarar una disputa por el título, se convierte en el artífice de un triunfo que hace pensar en el quinto título santista en la Primera División.

El TSM es el escenario donde Javier Orozco se ha vuelto inmortal para Santos. Un póquer suyo desató la felicidad en Torreón. ‘Chuletita’ pone a pone a Santos a acariciar el trofeo de campeón.

hgm

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