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Los nervios de jugar una final no le quitan la sonrisa a Carlos Ramírez, ala cerrada de los Mayas.

El ofensivo está contento a unas horas de disputar otro duelo por el título de la Liga de Futbol Americano, y esa felicidad surge simplemente porque se le dio una nueva oportunidad de practicar el deporte que más ama.

“En 2004 fue mi última temporada con los Borregos de Toluca”, platica Ramírez. “Terminé la carrera y me puse a trabajar, no pensé que volvería a jugar”.

Con 36 años de edad, el ala cerrada está en su segunda campaña con los Mayas y, a pesar de que las quincenas no llenan sus bolsillos, el futbol americano le entrega algo más que lo material.

“No estamos por dinero”, acepta en entrevista con EL UNIVERSAL. “Eso nos motiva para ser más disciplinados y enfocarnos más en el objetivo. Es mejor disputar a muerte cada jugada cuando lo haces por amor”.

Esta tarde, los Mayas enfrentarán a los Dinos, equipo que vive su primer año en la organización. La familia de Ramírez estará en las gradas del estadio Jesús Martínez “Palillo”, lo que le servirá como acicate.

“Tengo un pequeño de 2 años“, revela. “Es el comienzo de la organización y, como parte de esta nueva era, me gustaría que tenga un futuro para que mi hijo crezca y pueda ganarse la vida de esto, si así lo desea él”.

Carlos tendrá la obligación de desequilibrar a la potente defensiva de los Dinos. “Me tocará abrir los espacios para los corredores y atrapar esos pases de primeras oportunidades”, señala, ávido por entrar en acción.

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