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ariel.velazque@eluniversal.com.mx
Houston.— Apenas logró negociar un boleto para el Super Bowl en 4 mil 500 dólares, Mario Domínguez tomó su pick up y se aventuró a manejar 3 mil kilómetros en solitario. Una maleta con un pantalón de repuesto, un par de camisas, tres prendas interiores, lo suficiente para emprender el viaje a Houston. Eso y un sarape con el logo de los Patriots que le trajeron desde México.
Mario es empleado de un taller mecánico en Massachusetts y por las tardes atiende un bar cercano al centro de Boston. Los dos trabajos con los que se mantiene le permitieron darse “el lujo” de estar en el NRG Stadium para apoyar a Nueva Inglaterra en su noveno Super Bowl.
El hijo de migrantes mexicanos no tiene hijos, ni gastos extraordinarios más alla de los mil 800 dólares que paga por un cuarto en el que vive en un barrio de origen latino, con su perro “Bill” en honor al entrador de los Patriots, Bill Belichick. El gasto del boleto para el estadio, más lo que ha desembolsado en su camino con gasolina y alimentos no es lo único para Mario.
El fin de semana, y concretamente ayer que se realizó el Super Bowl LI, dejó de ganar por lo menos mil dólares en concepto de propinas. Dinero que no le importa al fanático por ser parte de la historia.
Rara vez acude a alguno de los partidos en Gillete Stadium, pues Mario tiene que estar al frente de la barra durante ese tiempo. Por eso, cuando se le presentó la oportunidad del boleto, no lo pensó. Realizó una transferencia y obtuvo el pase para estar cerca de Tom Brady y compañía.
“Un amigo me contó que tenía un conocido en California con un boleto que no iba a poder ocupar por problemas familiares. Primero me dijo que 6 mil dólares, pero traté de irlo bajando. Como sólo es uno, para él tampoco era fácil venderlo. Todos quieren ir por lo menos con un acompañante. Yo sólo tengo a ‘Bill’, que es mi perro, entonces no tuve mucho problema y al final pude comprar el boleto por 4 mil 500 dólares”, comentó Mario Dominguez.
Los dólares que pagó, Mario los tenía destinados para acondicionar su camioneta con rines, bocinas y pintura personalizada, pero los arreglos pueden esperar para el hijo de michoacanos.
“Mis papás viven en Chicago. Desde hace 35 años llegaron a Estados Unidos para buscar mejor trabajo y oportunidades para mis hermanos mayores. A mi me tocó nacer aquí [EU], y después me trasladé cerca de Boston. Creo que hay mejores oportunidades para mi en esa ciudad y aprendí a amar a los Patriots”.
El trayecto desde Boston le demoró dos días y medio a bordo de su vehículo. Prefirió manejar por el miedo que le tiene a los aviones, además de que está acostumbrado a estar solo.
Paso a paso, Mario se pierde entre el mar de fanáticos que están de fiesta en el estacionamiento del NRG Stadium. Ríos de cerveza son consumidos con hamburguesas y papas a la francesa. El Super Bowl aún no empieza, pero tres horas antes ya hay gente con una borrachera que parece terminada.