En septiembre de 2015, el casillero asignado a Tom Brady en Gillete Stadium contenía una gorra con la leyenda “Hacer América grande otra vez”, frase que Donald Trump utilizó durante los siguientes meses en su campaña electoral.
Desde que Trump tomó la estafeta republicana para llegar a la Casa Blanca, diversas fotografías de Brady con el ahora presidente de Estados Unidos fueron difundidas para ilustrar la relación que mantienen, desde que el quarterback de los Patriots de Nueva Inglaterra adquirió fama y estatus de leyenda.
Como lo ha hecho desde el comienzo de la temporada, Brady se mantuvo en la bolsa de protección en el Opening Night del Super Bowl LI y esquivó los interrogativos sobre su “amistad”, con el polémico madatario.
Al escuchar la primera pregunta al respecto, el egresado de Michigan bajó la mirada, sonrió un poco y decidió tomar un sorbo de agua para pasar inadvertido y darle la palabra a otro reportero.
Tal vez Brady no comulgue al ciento por ciento con las propuestas e ideales que Donald Trump quiere imprimir durante su mandato, pero al no negarlo, para muchos puede quedar implícito un cierto afín al pensamiento del presidente estadounidense.
Brady, quien es uno de los jugadores más seguidos en Estados Unidos y México por los cuatro anillos que posee, se desentendió de la rabia e indignación que sectores de la población de diversos países acumulan desde que Donald Trump firmó el decreto de la construcción del muro y el veto a los refugiados.
En la sesión de una hora, al rededor de ocho fueron los cuestionamientos con los que se intentó cazar al quarterback. Hábil de palabra y fácil sonrisa, Tom Brady supo esquivar los disparos sin afirmar ni negar si está de acuerdo con las iniciativas del hombre con quien juega golf durante la temporada muerta de la NFL.
De quien no pudo escapar la estrella de los “Pats” fue de un niño que lo miró a los ojos y le preguntó ¿quién era su héroe?
Brady con un nudo en la garganta y después de tomar aire, afirmó que su padre. Silencio y ojos de llorosos.
El progenitor ya no aparece ante medios después de que su hijo se lo prohibió tras defenderlo por el caso del “Desflategate”, que le costó cuatro juegos de suspensión.