Denver.— Un estimado de un millón de aficionados vitorearon a los Broncos en el desfile de los campeones del Super Bowl 50 por el centro de Denver, dejando de lado por ahora algunas interrogantes sobre el futuro del equipo.

Los seguidores abarrotaron las calles, balcones y terrazas mientras los jugadores desfilaban a bordo de camiones de bomberos.

El primer vehículo del convoy tenía el número 18, del jersey de Peyton Manning, y llevaba al mismo quarterback, junto con el jugador más valioso del Super Bowl, Von Miller, y Annabel Bowlen, esposa del dueño del equipo Pat Bowlen, quien está delicado de salud y no participó de la ceremonia.

El quarterback suplente Brock Osweiler firmó balones y los lanzó al público desde otro camión.

Al dirigirse a los fanáticos después del desfile, Manning evitó decir si regresará para jugar otra temporada. Y todavía resta por ver si Denver puede mantener intacta su extraordinaria defensiva, que fue crucial en la victoria del domingo.

Antes del desfile hubo un concierto al aire libre de tres bandas de Colorado cerca del palacio del ayuntamiento. En esa actividad era notable el olor a marihuana, aunque fumar marihuana en público es ilegal en el estado de Colorado.

La gente se congregó desde horas antes del concierto y el desfile. Aunque no se suspendieron clases en las escuelas, era evidente la presencia de niños en el público. Los centros educativos permitieron a los niños faltar para participar de la “fiesta” si sus padres los autorizaban.

Mark Bedenbender, que tenía un excelente puesto junto a la barrera de metal cerca de Union Station, dijo que el evento no es solamente una celebración, sino también probablemente una despedida para Peyton Manning.

“Pienso que se ha despedido en la cima”, dijo. “Cuando él perdió el Super Bowl hace dos años, yo sabía que iba a regresar”.

Judy Ayce condujo nueve horas con su madre Dorothy Ayce, de 81 años, desde la reservación navajo de Chinle, en Arizona, para el desfile, llegando a la casa en Denver de su sobrina el lunes por la noche. El martes por la mañana, la silla de ruedas de Dorothy Ayce estaba estacionada junto a una barricada. Una bolsa plástica con refrescos y merienda colgaba de la silla. La familia estaba lista para pasarse el día celebrando a sus Broncos.

“Trajimos nuestras colchonetas, nuestra comida. Trajimos mantas para la abuela”, dijo animada Amanda Ayce.

Judy Ayce, hablando en navajo, le preguntó a su mamá si estaba allí por los Broncos o especialmente por Peyton Manning.

“Peyton”, respondió la mamá.

“A ella le gusta ver deportes y ha seguido a Manning durante años”, dijo la nieta.

La última vez que Denver ganó el Super Bowl, en 1999, la celebración en el centro de la ciudad atrajo aproximadamente a 375 mil personas. Un año antes, cuando los Broncos ganaron su primer cetro, unas 650 mil personas se congregaron para el festejo. Sin embargo, esta ocasión, según un cálculo de la oficina del alcalde de Denver, Michael Hancock, se reunieron cerca de un millón de aficionados.

Hancock estuvo complacido con el desfile y el entusiasmo de los seguidores que lo presenciaron.

Manziel tenía resaca. Los Browns de Cleveland salieron al paso de versiones de que mintieron al decir que Johnny Manziel sufrió una conmoción cerebral con el fin de encubrir que el atribulado quarterback se presentó ebrio para un entrenamiento al final de la temporada.

El equipo divulgó el martes un comunicado en el que aseguró que un neurólogo independiente diagnosticó que Manziel sufrió una conmoción el 30 de diciembre. La respuesta del equipo obedeció a un reporte en el canal de televisión NFL Network que aseguraba habían mentido para que no se supiera que Manziel llegó ebrio a una práctica.

Se presagia que los Browns darán de baja a Manziel, ganador del trofeo Heisman, el mes próximo cuando la Liga ponga en marcha su nuevo año calendario.

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