A las 4:30 am el despertador de Saúl Plancarte no deja de sonar hasta despertarlo. De lunes a viernes la jornada del linebacker de los Eagles inicia con sesión de dos horas de gimnasio. Después acude a su trabajo como ingeniero industrial y tras las ocho horas laborables se traslada a la universidad Panamericana para sus clases de maestría de dirección de operaciones. Ahí terminaría su día, si no fuera jugador de futbol americano, pero como pionero de la LFA acude a los entrenamientos del su equipo.

La historia de Plancarte, con algunas variantes, se repite entre los elementos de la naciente liga, en la que tienen que compaginar el football con su trabajo como personas comunes.

“Es pesado el día, pero hago lo que me gusta. Duermo cuatro o cinco horas y tengo que aprovechar todo el tiempo para terminar mis tareas. En estos momentos ser jugador no es suficiente para vivir en este país, pero estamos poniendo las piedras para que un día sea posible, como lo hacen los futbolistas”, explicó Plancarte.

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