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Con el Super Bowl 50 se rompen los moldes. La mayor semana que tienen el deporte de Estados Unidos arrancó con una noche en tonos dorados que hacen presagiar que las cinco décadas que cumple el partido más importante de la NFL, será la mayor celebración que se ha dado en la historia.

El tradicional Día de Medios que se desarrollaba los martes por la mañana dejó el café y las galletas para una mejor ocasión. Ayer fue tiempo para sacar cubiertos y la vajilla de oro para celebrar. Al fin de cuentas sólo se cumplen 50 años una vez.

Por lo alto de la Arena SAP, los primeros en aparecer fueron los Broncos de Denver. A la vista de periodistas, aficionados y personal de la liga, los jugadores del campeón de la AFC entró a escena con la confianza de una defensa temeraria y una leyenda en sus entrañas.

Aplausos y gritos de apoyo para el futuro Salón de la Fama explotaron de las tribunas. Público que sin un boleto para el partido del próximo domingo quisieron formar parte del cumpleaños 50 del Super Bowl aunque sea con un pedazo de pastel que regaló el Opening Night.

Apenas Peyton Manning tomó su rival en el estrado, las cámaras y grabadoras se arremolinaron. Parecía un río revuelto en el que todos los reporteros buscaron pescar la respuesta que acapararía los titulares.

“Es mi último partido en la NFL”, parecía que todos querían escuchar. Sin embargo las grabadoras y las cámaras se quedaron esperando. Manning se dedicó a enfatizar que esa decisión ni siquiera él, por ahora la tiene claro.

No importa, los medios seguían pegados a él grabando gesto o palabra alguna del egresado de Tenesseee. Parecía que cada canal de televisión tenía un reality show sobre él, pues nunca lo dejaron en paz.

Al final de cuentas Peyton sabe de eso. Sabe vivir bajo presión y tirar los pases en el momento indicado. Con calma respondió a las preguntas, no importando si era la décima o undécima vez que le cuestionaban si se retiraría.

Flanqueado a la derecha de Manning, estuvieron jugadores de la defensiva y su entrenador Gary Kubiak. Parte indispensable en estos broncos que disputarán su octavo Super Bowl.

Aquib Talib con un reloj Rolex de más de 100 mil dólares disfrutó de la noche. Se dejó “apapachar” por lasreporteras que se aceraron él para tomarse una selfie y no paró de bromear en decir que todos querían foto con él “por que su reloj es un imán que atrae hombres y mujeres”.

Pero lo que más quiere atraer Talib es el trofeo Vince Lobardi.

“Esa es la joya que más me luce. La quiero, todos en Denver la queremos, ojalá que se pueda”.

Sin tanta parafernalia como las caras del equipo, la línea ofensiva de Broncos se paseó por el campo. Acostumbrados a salir uniformes a una voz, se dieron tiempo para recorrer el lugar y dar entrevistas.

Después tocó el turno para Carolina. La esencia de Cam Newton refrescó el lugar. Las generaciones más jóvenes se deshicieron por él, mientras que otras lo abuchearon.

Pero al igual que Manning, Newton era un panal y toda la prensa quiso comer de su miel. Newton protagonista externó que lo mejor de él el domingo se verá.

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