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El suspenso se resolvió en 10 segundos. Con Julio César Chávez Carrasco en la báscula, el anunciador Michael Buffer comunicó que el Junior marcó 164 libras, con lo que se quitó el peso de encima de pagar un millón de dólares por cada libra que se excediera.
El “Hijo de la leyenda” inmediatamente flexionó los brazos en señal de fortaleza, mientras que su padre lo celebró como un triunfo.
Porque un día antes, reportes del equipo indicaban que Julio estaba tres libras por arriba del límite establecido (164.5 libras), por lo que las dudas respecto a si lograría bajar los últimos kilos extra comenzaron.
Pero Julio las despejó ayer por la tarde de forma positiva. Se desvistió hasta quedar sólo con sus calzoncillos blancos. Caminó 10 pasos y se subió a la balanza, seguido por
los ojos curiosos de su entrenador Ignacio Beristáin, quien no dejó
de observar. Consiguió su objetivo
y el público que lo apoya estalló
en júbilo.
Con la incógnita resuelta, tocó el turno de Saúl “Canelo” Álvarez. El jalisciense en ropa interior azul
marino, se paró en la romana e
igualó el peso de Chávez Jr. Físicamente lució con mayor musculatura, pero después de la hidratación
el sinaloense tomará la ventaja, con por lo menos 10 libras de diferencia más.
Aún con el torso descubierto, pero vistiendo pants, los dos se pararon frente a frente. Por 15 segundos se miraron a los ojos. La afición trató de encenderlos al aumentar los decibeles en la MGM Grand Arena, pero ambos se mantuvieron serenos.
Apenas terminó el careo, “Canelo” lanzó una combinación de golpes al aire y Julio alzó los brazos con la cabeza hacia el cielo.
Una campanada separa el primer golpe de una rivalidad que por momentos se desprendió del ámbito deportivo, pero finalmente terminará en el cuadrilátero de la T-Mobile Arena.