El anuncio de televisión para promover la pelea del sábado entre Saúl "Canelo" Álvarez y Julio César Chávez Jr. no tiene nada de sutil.

Los dos boxeadores salen corriendo desde su natal México y derriban un muro fronterizo para llegar al bulevar de Las Vegas.

Nadie le ha rehuido a las connotaciones políticas de un combate que promete ser uno de los más memorables entre boxeadores mexicanos.

"En México, es importante que tengan a un ídolo, a un boxeador a quien seguir”, dijo Chávez. “Esta pelea es importante para la comunidad latina, para la comunidad mexicana aquí en Estados Unidos por el momento que hemos estado viviendo, por lo que han dicho o generalizado, sobre todo de los mexicanos. No todos venimos a quitar, también venimos a aportar a los Estados Unidos”.

Mientras el presidente Donald Trump insiste en que cumplirá la promesa electoral de construir un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México, la pelea del fin de semana va más allá de los 12 asaltados pactados.

El duelo entre el hijo del legendario Julio Cesar Chávez y Álvarez, cuyo promotor es su exrival Oscar De La Hoya, ha captado la atención en México y Las Vegas. Los boletos en la T-Mobile Arena se agotaron en nueve días. Numerosos recintos en Las Vegas la transmitirán por circuito cerrado, para lo cual hay que pagar 75 dólares. En Estados Unidos, el costo de televisión por paga de 59.95 dólares.

Las dos grandes cadenas de televisión de México transmitirán la pelea. El centro de prensa en el casino MGM Grand era un hervidero con emisiones de programas de radio y televisión en español. De La Hoya dijo que se solicitaron 700 credenciales de prensa, aunque los empleados de la oficina de acreditaciones declinaron confirmar esa cantidad al ser consultados el jueves.

“Hay gente que ha venido desde todas partes del mundo por este pelea”, dijo Terry Cortez, cuyo programa de radio desde Los Ángeles se trasladó a Las Vegas esta semana. “Los hispanos contribuyen a la economía. Si (Trump) no lo quiere, creo que tomar clases de economía”.

“Este es el momento ideal para esta pelea”, dijo Cortez. “Y creo que manda un mensaje al presidente de Estados Unidos”.

La tensa relación entre Trump y México no pasa inadvertida esta semana. Que la pelea sea una de las más trascendentales en un país tan boxístico como México dispara más el interés.

“Esa es la actitud que se necesita, sin importar lo que está en frente”, dijo Chávez sobre derrumbar el muro. “Hay que seguir adelante. Pero especialmente ahora, representa la realidad que vivimos. La realidad a los mexicanos y latinoamericanos, de demostrarles que no hay límites”.

Chávez (50-2-1, 32 nocauts) quiere reflotar una carrera marcada por sus problemas de disciplina.

“No he estado al 100 por ciento cuando he perdido”, señaló Chávez. “Estuve un tiempo radicándome en Estados Unidos, volví a México con mi gente, con mi familia, y eso me hizo recordarme los tiempos de antes y me dieron las ganas de volver a boxear”.

“Espero que el ganador lo tome la gente como emblemático para el boxeo mexicano”, agregó.

Para Álvarez (48-1-1, 34 nocauts), una victoria debe dar paso a una esperada pelea contra Gennady Golovkin para unificar el cetro mediano.

“Es para mandar un mensaje y que vean que los mexicanos en cualquier parte del mundo podemos hacer muchas cosas. Me siento orgulloso de ser parte de esta cartelera", afirmó Álvarez.

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