adriana.reyes@eluniversal.com.mx

Río de Janeiro.— En la Ciénega de Ceniceros, Chihuahua, pasó Misael Rodríguez sus primeros años. Rodeado de naturaleza y animales de granja, el púgil creció con la filosofía de que para alcanzar cualquier meta se tiene que trabajar lo doble que los demás.

“En el lugar de donde vengo la gente se dedica a la ganadería, de hecho de ahí salen los mejores ejemplares y por eso decidí comprar mis propias vacas. Al principio lo vi como una inversión a largo plazo y empecé con nueve y un toro; ojalá pronto pueda comprar más. Con los ganaderos aprendí que siempre tienes que dar ese extra cuando todos piensas que vas a caer”, dijo

Junto con su madre Aurelia, el “Chino” planeó viajar a Estados Unidos a los 17 años para buscar su ingreso en una universidad de aquel país. Los planes no salieron como el chihuahuense esperaba, así que decidió aprender inglés y regresar a la práctica del deporte que inició cuando tenía 15 años; el boxeo.

“Los guantes se volvieron una de mis pasiones y tuve la fortuna de comprobar que era bueno al convertirme en campeón nacional a los 19. Desde ahí todo ha sido una locura. A los seis meses de integrarme a la selección nacional gané la medalla de plata en unos Juegos Centroamericanos de Veracruz y un año después el bronce en los Panamericanos de Toronto. Lo que estoy viviendo ahora parece un sueño hecho realidad”.

La Navidad del año 2000 fue la última que el mexicano pasó con su padre Jesús Manuel Rodríguez. Recuerda el púgil que, aunque no lo observó pelear ya como seleccionado nacional, sí se enteró de su pasión por el boxeo.

“Yo tenía seis años cuando él falleció; siempre supo sobre mi gusto por los golpes, porque desde chiquito tenía unos guantes para boxear o jugaba con calcetines con mis hermanos a las peleas”, cuenta el deportista.

Fue su madre quien sacó adelante a la familia. Es por eso que Misael se siente muy orgulloso de recompensar todo el trabajo de su progenitora.

“Después de abrazar al entrenador [Francisco] Bonilla le llamé a mi mamá y me dijo que era la madre más orgullosa de todo el mundo. Estoy muy contento por hacerla feliz”.

La medalla del mexicano no sólo es suya, sino de la selección de boxeo que participó en Río de Janeiro.

“Todos querían subir al podio, pero no se dieron las cosas. La verdad es que siento que mi logro también es de ellos, porque juntos iniciamos el camino hacia los Olímpicos”.

Con una experiencia olímpica anterior a Río de Janeiro, su novia, la pentatleta Tamara Vega, fue su principal confidente los días previos a enfrentar sus primeros Juegos.

“Se ha vuelto una persona muy importante, me ha apoyado desde que llegué aquí. Ella tiene más años en el deporte y siempre me daba consejos, además de creer en mí; que me apoye de la forma en que lo hizo es algo inolvidable”, agradeció.

Al pugilista le gusta la música de banda. A donde quiera que viaje carga consigo una bocina para escuchar sus melodías favoritas.

“A veces se enojan, pero a mí me motiva mucho cantar el corrido de Chihuahua”, comparte.

Cuando Misael regrese a Ciénegas ya con la medalla en el cuello quiere desconectarse de todo, al menos durante una semana: “quisiera visitar a mi familia y también salir a montar a caballo y también pescar”.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses