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Gennady Golovkin se deja querer en México, país que considera su segunda casa por la admiración que tiene por púgiles como Julio César Chávez y otros, cuya valentía en el ring siempre intenta emular.

Al subir al estrado donde le entregarán el cinturón que lo acredita como campeón medio del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) suena una canción especialmente compuesta para él, cuya letra deja claro que es el kazajo más mexicano.

Es como un corrido en su honor y Golovkin sonríe algo apenado.

Tras el evento, en los jardines de la embajada de Kazajistán en México, el campeón guarda la sonrisa y endurece la expresión cuando se le toca el tema de su familia.

Simplemente no está de humor para hablar de su hermano gemelo, Max, quien renunció al boxeo para cuidar de sus padres.

“Es mucho mejor que yo”, señala, antes de cuestionar, exasperado: “¿Qué es lo que quieres?”, ante la insistencia sobre el tema de su infancia. “No entiendo tus preguntas”, exclama, de mal humor.

El boxeador más temido de la actualidad estuvo acompañado por Mauricio Sulaimán, titular del organismo, además de Andrian Yelemossov, embajador de Kazajistán en México.

Así como por una pléyade de púgiles mexicanos de ayer y ahora, como Lupe Pintor, Humberto “ Chiquita” González, Rafael Márquez y Francisco “Bandido” Vargas.

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