Más Información
El duro golpe que vivió en 2010, donde dio positivo en exámenes antidopaje por el consumo de clembuterol, obligó al pentatleta Ismael Hernández a ser bastante cuidadoso en la alimentación y los cuidados que conllevan, al grado de parecer paranoico, pero todo por un bien común, sobresalir en su disciplina.
Durante los Juegos Centroamericanos de Mayagüez 2010, Hernández Uscanga vivió un episodio complicado en su vida y carrera, al grado de recibir calificativos de tramposo, no obstante superó el capítulo, se cuidó, tuvo revancha y ahora presume una medalla de bronce de Juegos Olímpicos en Río 2016.
"En 2010 sufrí doping por clembuterol y empecé a recurrir a empresas de altos índices de calidad en alimentos, en cuestiones de alimentación siempre trato de comer en el Comité Olímpico Mexicano (COM) o en mi casa, no consumo carne roja dos meses antes de cada competencia importante".
Añadió que en cada competición, incluso, siempre ve su botella de agua, “y si dejo de verla prefiero tirarla y tener una botella nueva y esto suena paranoico, pero yo tuve un trago amargo en 2010 cuando me llamaron tramposo y no pienso repetir esa experiencia".
Como deportista de alto rendimiento, está abierto a las críticas, siempre y cuando sean constructivas, por lo que agradeció a toda esa gente que se metió con los deportistas mexicanos durante Río 2016 ante la escasa cosecha de medallas.
"A todas esas personas que fueron críticas con nosotros que fuimos a Río les doy las gracias por hacernos más fuertes, nosotros como atletas de alto rendimiento estamos sujetos a críticas y estaría mal que no estuviéramos sujetos a ello".
No obstante, exhortó, que invita a que esas críticas sean constructivas, “con intención de hacer algo mejor y no simplemente por quejarse, eso sí me enoja, me molesta".
Con la presea de bronce al cuello durante el relanzamiento de productos multivitamínicos, Ismael Hernández acepta con gusto la presión que genera ser medallista olímpico.
"Ya me cayó el veinte, dije ‘por qué no me lo creo', trabajé por ello 17 años, es pesada, a mí no me pesan las responsabilidades de esta medalla, es algo que acepto con gusto, me siento increíble", comentó el deportista, quien espero su bono económico tras los Juegos Paralímpicos y se quedó con las ganas de poder comprar el caballo que lo encaminó a la presea en la prueba de ecuestre.