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Cuando Fernando Guerrero sabe que tuvo un mal día —hecho que en el arbitraje suele ser muy cotidiano y basta un solo error— organiza una carne asada con su familia y amigos para entonar A mi manera. Le sirve de terapia “para no ponerme triste, ni que me vean decaído”.

Además, “dicen que no canto mal las rancheras”, presume el juez central de la Liga MX. De ahí, su apodo “El Cantante”.

En entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL, Guerrero afirma que en el mundo de los impartidores de justicia en el balompié nacional “no existen equipos chicos, ni grandes, sino que uno debe ser imparcial, así sea Chivas o América”.

Sabe que su labor siempre está en el ojo del huracán, por lo que evita tener redes sociales, porque si tienes un error te acaban. “Evito leer, porque ya sé que me están criticando”.

¿Por qué elegir ser árbitro? ¿Por qué preferir las mentadas a los gritos de gol de ser delantero?

—De chico siempre jugué futbol y desde los 12 años también arbitraba. Soy de Tepeji del Río y tuve una lesión por una entrada muy fuerte que me hicieron. En donde crecí no hay muchas oportunidades de rehabilitación o posibilidades de ver a un especialista. Entonces cuando ya me recuperé me daba miedo, por lo que preferí seguir con el arbitraje, lo cual es mi pasión.

¿Cómo evitar la tentación de revisar en el celular o en las redes sociales una jugada en la que tienes la duda si te equivocaste?

—Te acostumbras. Cuando empiezas en Tercera y Segunda División no televisan los partidos y sabes cómo es ese proceso. No tengo ni Facebook, ni Twitter, ni Instagram. Nada de eso. Si te equivocaste, ya sabes que te van a reventar ahí, nadie te va a decir qué buen arbitraje hiciste, porque así es esto. Una vez me equivoqué en un Clásico [una mano no marcada de Jair Pereira]. Me decían que le robé, que ayudé a un equipo. Luego me equivoqué del otro lado [gol mal anulado a Isaac Brizuela] y me decían que ahora estaba con la otra camiseta. Son cosas que pasan y hay que prepararse, ser autocrítico para que no te vuelva a pasar en el siguiente partido.

Dicen que hay jerarquías , que no es lo mismo pitarle a América, que a Jaguares o Morelia...

—Para los árbitros no hay equipos chicos, ni grandes. No tenemos camisetas. Los nueve partidos que hay son importantes y en cada uno tienes que buscar tomar las mejores decisiones, porque los 18 equipos merecen justicia.

¡Un árbitro puede vivir con algún tipo de remordimiento?

—Todas las decisiones que tomas, las haces con base en lo que viste. Claro que te puedes equivocar, pero no vivo con remordimientos. Si te equivocaste, ves el video y tratas de corregir, de saber qué fue lo que hiciste mal para que no vuelva a pasar. Compensar es cometer un error al doble y jamás lo he hecho, porque está mal.

¿Cómo le explicas a tus hijos la labor que haces? ¿En la escuela los llegan a molestar por alguna decisión que tomaste y perjudicó a algún equipo?

—A ellos les han llegado a decir que su papá le robó a tal o cual equipo. Le pueden llegar a reclamar que su papá es un ratero o cosas parecidas. Una vez mi hija les contestó fuerte y nunca más le han vuelto a decir algo. Lo que trato de decirles es que yo soy un hombre honesto. Trato de ser un ejemplo para ellos dentro y fuera de la cancha, porque mi trabajo está expuesto a la crítica. A mis hijos ya no les afecta que les digan que le robé a un equipo.

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