“Yo le cuido su gafete”… “Yo le cargo la mochila”… “Yo soy tu hija perdida”…

Cantidad de opciones dan los paisanos a los reporteros, con el objetivo de entrar a donde están “sus” jugadores, “sus” seleccionados, “su” equipo nacional que ha venido a competir como local en un lugar tan lejos de casa.

Houston es de las ciudades con más mexicanos viviendo fuera de México, y por eso cada vez que el Tricolor toca esta localidad la gente enloquece y olvida todo por verlos de menos, de lejos y si la suerte es grande, tomarles una foto.

Susana, aquí le gusta que le llaman Susan, es una mesera que cubre el turno de la mañana pero “ayer trabajé doble, para hoy tener libre y venir a ver a la Selección”, cuenta.

Trae un vestido ajustado, coqueta ella… Quiero que Raúl Jiménez la vea, “está bien guapo, y juega muy bien al futbol”, dice conocedora del tema, aunque la careta se le cae cuando asegura que el delantero surgido del América, juega en el “Porto de Portugal”.

Junto a Susan está Steve, su sobrino, o Esteban como fue registrado. El pequeño de apenas 10 años debería estar en la escuela, “pero me lo traje para acá…”, dice orgullosa su tía.

Las ofertas a los reporteros siguen llegando, “yo te ayudo con tu libreta”, “te cargo la pluma”, “te enciendo la grabadora”, todo por verlo un momento, un instante, robarles una sonrisa, un momento de gloria al lado de sus “ídolos” que a veces no valoran lo que la gente hace por un pequeño detalle.

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