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hector.morales@eluniversal.com.mx
Pablo Marchesín echa a andar la memoria para encontrar los mejores recuerdos de su hijo, Agustín. Lo mira como a un chico travieso, que rompía vidrios con el objeto más preciado que encontró para jugar: el balón de futbol.
“Siempre fue un chico de la pelota. Todo el día con la pelota, toda la vida rompiendo vidrios, jugando con sus amigos del barrio donde se crió, siempre tuvo una infancia muy feliz a un lado de la redonda”, rememora el orgulloso padre del portero de Santos Laguna en entrevista con EL UNIVERSAL.
‘Marche’ creció en el pueblo de San Cayetano en Buenos Aires, Argentina, donde comenzó a ejercer de guardameta hasta que llegó su despunte. Es el orgullo de su lugar de nacimiento, porque nunca nadie de esa zona había logrado convertirse en futbolista profesional.
“Lanús le dio su comienzo, su oportunidad de llegar a Primera División, es un club que está en Capital Federal. Nosotros vivimos a 500 kilómetros en un pueblito que nunca nadie llegó a debutar en Primera División. Es una gran alegría, pero no sólo para nuestra familia, sino también para el pueblo que está muy orgulloso de él”, asegura el progenitor del guardameta.
Agustín vivió una encrucijada. Cuando Santos se le acercó para ficharlo, el arquero dudó. Quería mantenerse en su país. Mas su familia lo animó a emprender la aventura en el extranjero para que lograra hacerse de un nombre en mundo del balompié.
“Como familia lo apoyamos. No quería irse de la Argentina, aquí se malinterpretó cuando dijo que no quería irse de Lanús, pero todos le decíamos que tenia que comenzar a volar para poder hacer su propio camino”, explica don Pablo, médico de profesión.
Ahora, Agustín se convirtió en una figura de los Guerreros, apenas en su primer torneo en la Comarca Lagunera. Sacó goles cantados en la final de ida ante Querétaro y los presentes en el estadio Corona corearon su nombre.
Hecho que se suma a la estadística de 332 minutos sin recibir gol en esta Liguilla.
“Fue una noche de gloria para él. Es una noche que le devuelve la alegría, porque no fue convocado por la selección para la Copa América y era una ilusión que él tenía muy firme”, comparte el papá.
El dolor de quedar fuera de la lista de Gerardo Martino caló hondo en “Marche”. Pensaba que podría quedarse con un puesto que le permitiera acompañar a figuras de la talla de Lionel Messi o Sergio Agüero.
Don Pablo considera que el balompié le debía a su hijo un juego como el del jueves, repleto de vítores y halagos.
“El futbol tiene sus revanchas y la noche de de la final le regresa lo que él estaba esperando: una gran noche de felicidad”, presume el papá del arquero del momento en el futbol mexicano.