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Torreón.— La súplica viene de la madre a sus dos pequeños hijos. “Ya vámonos mejor a ver una película”. Los infantes no hacen caso. Al séptimo arte no lo toman como prioridad. En cambio se aferran a gritarle a su ídolo que llega para jugar una final ante Santos.
“¡Ronaldinho, Ronaldinho!”, exclaman los chiquillos desesperados por atraer la atención del ex futbolista del Barcelona.
Gritan y gritan junto con al menos otras 50 personas más que acudieron al hotel de concentración a recibir al Querétaro, previo al duelo de ida de la serie por el título en el estadio Corona.
Empujones, atropellos, ruegos. Por más que el ex astro esté confinado a la suplencia, el público mexicano se sigue rendido al talento que mostró en otros años. “Ándale, Ronaldinho, sal tantito”, suplica un joven de 18 años que trae una playera culé con el dorsal 10.
Entre el operativo de seguridad que incluye una patrulla con efectivos que portan armas blancas, ‘Dinho’ se escurre.
Apenas un tímido saludo del sudamericano se alcanza a percibir. Los alaridos aumentan, pero son estériles para que ‘Ronnie’ tenga clemencia y dé las firmas que sus fervientes seguidores solicitan.
El ganón es un niño en silla de ruedas. Se llama Óscar y presume tener una firma del atacante emplumado en uno de los botines futboleros que trae consigo.
Su padre, explica, que se coló al hotel gallo para pedirle la rúbrica al moreno futbolista. La imagen luce tierna y el chamaco se ve radiante, porque obtuvo algo que para él representa un tesoro que nadie más consiguió, pese al esfuerzo y las peticiones emitidas a todo pulmón.
Yasser Corona tiene más voluntad que ‘Dinho’ para responder a la espera de los seguidores que no quieren abandonar la pequeña explanada de la sede de Gallos. El zaguero se asoma por la ventana de su cuarto. Pocos lo reconocen. No hay los gritos de al principio.
Corona dice que en un momento bajará a firmar prendas. Algunos chavos todavía se resisten y se quedan a ver a ‘Dinho’, a que les haga un gesto de agradecimiento. Sacan sus celulares para que no se les vaya el momento. Pero ese instante no llega. Algunos abortan la misión. Prefieren ir a casa a ver películas.