Hace cuatro años decenas de celebrities, modelos, influencers y periodistas se dieron cita en el G-building Minami Aoyama en Tokio. ¿La razón? El diseñador de moda Karl Lagerfeld los había reunido para la inauguración de una exposición y para la presentación de un libro, como homenaje a una de las prendas más icónicas en el mundo de la moda: la “Little Black Jacket” de Chanel.
Sólo al diseñador alemán, que lleva más de 30 años a la cabeza de la marca fundada por Gabrielle Chanel, se le habría ocurrido rendirle un doble homenaje a esta prenda. La little black jacket o chaqueta tweed de Chanel no es cualquier prenda, es una que, junto al bolso 2.55 y a los zapatos bicolor forman el tercio más significativo de la marca francesa. Pero, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a esta famosa chaqueta? En 1954 Chanel reabrió las puertas de su casa de modas en París con la intención de darle a las mujeres mayor libertad de movimiento, ahí diseñó el traje tweed compuesto de una falda cruzada hasta a la rodilla y una chaqueta inspirada en los atuendos varoniles de la época.
Los diseñadores de entonces seguían vistiendo a las mujeres con vestidos demasiado voluminosos e incómodos. Esto impulsó aún más la creatividad de la diseñadora para crear un atuendo innovador. Si algo caracterizaba a Chanel era su afán por el minimalismo y por las prendas elegantes que le dieran a las mujeres mayor comodidad y confianza en sí mismas. La base de la confección de la chaqueta es el tejido. Tiene un corte recto y fijo, cuatro bolsillos con ribete, ojales, botones con los símbolos de la marca y en el forro de seda una cadena para que la caída de la chaqueta fuera libre.
Cuando Karl Lagerfeld tomó las riendas de la maison, en 1983, le dio un toque más moderno para adecuarla a la época, pero siempre con la elegancia que la caracterizaba. Hoy ya no sólo la vemos en color negro: también hay a cuadros, rosa pastel, blanco y negro, entre otros. Incluso para la colección primavera-verano 2008, presentada en el marco de la semana de la moda de la Alta Costura en el Grand Palais de París, la chaqueta fue la protagonista de la pasarela al ser utilizada como escenografía. Uno de los desfiles más memorables de la firma.
Para la creación de esta singular prenda se requieren 130 horas y un trabajo artesanal por las costureras de la casa. Pasa por distintas pruebas y tiene que ser aprobada por el mismo Lagerfeld antes de ser entregada al cliente. Es personalizada y está creada con 18 patrones de tela.