La historia de Longchamp inició hace apenas medio siglo, pero el cuidado artesanal que la firma francesa pone en todos sus productos ha logrado que cada año nos sorprenda con piezas elegantes y atemporales. Su incursión en el mercado de lujo se dio con bolsos y maletas como la clásica Pliage, pero después amplió su presencia en el terreno de la moda y decidió arriesgarse con otro tipo de accesorios y piezas de prêt-à-porter para mujer.
Esta línea inició en 2006 bajo la dirección de Sophie Delafontaine, nieta de Jean Cassegrain, fundador de Longchamp. A grandes rasgos, la colección se posicionó gracias a los detalles que capturan la esencia de la marca y se traducen en presillas y ribetes, que además de la ropa aparecen en la marroquinería. Todo para que las prendas vayan de la mano con los accesorios que la marca renueva cada temporada.
La colección ready-to-wear otoño 2016 se inspira en el entorno urbano, donde la tecnología y lo artificial abunda cada vez más y por ello invita a renovar nuestro contacto con la naturaleza. En consecuencia, la colección rescata detalles del mundo animal, vegetal y mineral para dar como resultado siluetas sensuales, relajadas y cálidas. Por lo mismo, fue creada para apelar a una mujer multifacética, que en su vida cotidiana es receptiva a las sorpresas y lo inesperado.
En cuanto a los materiales de las prendas, los protagonistas son el nylon y la piel de conejo. El primero para la ropa deportiva, y la segunda para looks casuales. Asimismo, hay algunos detalles en piel de cordero, trenzados en color crudo de lana y una gama de colores para crear outfits audaces sin perder elegancia. Por último, es importante mencionar los riesgos que la marca se atrevió a tomar: esta es la primera ocasión en que ofrece vestidos de coctel en algodón aterciopelado y blusas delicadas en seda con mangas transparentes.