Durante el siglo XVII, Marie-Anne Orsini, princesa de Nerola, revolucionó sin saberlo la industria de la perfumería al incluir una esencia en sus guantes. El aroma, dulce y seductor, provenía de un aceite esencial de azahar y, con el paso de los años, quedó ligado al Mediterrráneo y se bautizó como neroli en recuerdo de la aristócrata. Para el perfumista Jean-Claude Ellena, quien desde 2004 está asociado a Hermès, dicha esencia detonó los recuerdos de su juventud en el sur de Francia. “Cuando empecé en el oficio de perfumista aprendí a destilar las materias primas, entre ellas el azahar. Al trabajar con los alambiques uno se sumerge en el olor, se impregna de ese olor, se convierte en ese olor. Todo mi ser olía ese azahar”, dijo en un comunicado.

Ellena transformó sus recuerdos en una posibilidad con Eau de Néroli Doré, el nuevo integrante de la familia Colognes Hermès. La composición del aroma destaca por su pureza: a excepción de acentos de naranja amarga y azafrán, no hay otra nota que distraiga al usuario del neroli. Este enfoque reinterpreta un método que, desde la época de la princesa Orisini hasta el siglo XX fue popular en el mundo de la perfumería: usar un sólo ingrediente en las fragancias. “Por lo general, el neroli se emplea muy poco en los perfumes. Por eso, lo he puesto aquí en abundancia, como a mí me gusta, como nunca”, agregó.

El resultado es un aroma inolvidable en el que los toques frescos de la esencia se potencian gracias al azafrán, envuelven a quien lo usa y lo transportan a la costa mediterránea. ¿Quién dice que un perfume no puede ser una lección de historia y geografía?

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