En menos de cinco años, Arquiste ha logrado lo que muchas firmas de perfumería tardaron décadas en conseguir. Sus productos han recibido premios internacionales, se venden en almacenes de prestigio como Barneys New York y, a partir de este mes, tendrán por primera vez un punto de venta en El Palacio de Hierro Polanco.

El secreto del éxito de la firma no es una millonaria campaña publicitaria o el fichaje de una estrella de cine, sino la creación de productos que remiten a instantes muy precisos en la historia mundial.  “El perfume es algo muy hermoso porque te permite aislarte por un momento en una experiencia”, dijo Carlos Huber, su creador.

En Nueva York, Huber conoció a Rodrigo Flores-Roux, quien ha sido el cerebro detrás de éxitos como Clinique Happy (1998). El perfumista se convirtió en su socio y mentor y ha colaborado en la creación de aromas como L’Etrog, una fragancia unisex con toques de cidra, dátiles y vetiver, que evoca el final de una cosecha en la Italia del siglo XVIII.

En 2013, Arquiste recibió el prestigioso Rising Star Award que otorga el Fashion Group International y unos meses más tarde la firma estadounidense J. Crew les comisionó una línea de fragancias. “La colaboración y el apoyo que hemos recibido por parte de la industria nos hicieron darnos cuenta de que íbamos en la dirección correcta, pues significa que comprenden el valor de nuestros productos”, agregó Huber.

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