En 2001, la banda Garbage lanzó un videoclip para el primer sencillo de su nuevo disco. Y aunque no fue un hit como otras de sus canciones, “Androgyny” dio mucho que hablar por la transformación estilística de Shirley Manson, vocalista del grupo. Esta reintepretación de la androginia sería la primera de muchas en los últimos 15 años y cuya influencia puede verse actualmente en las colecciones de la temporada Otoño/Invierno 2015-16. Sin embargo, esta serie de propuestas no intentan copiar el look masculino pieza por pieza, sino que integran algunos de sus elementos a un conjunto desenfadado, o bien, lo contrastan a través de transparencias, un acento en el maquillaje o, incluso, a través de lencería que se asoma seductoramente bajo trajes y abrigos.

Girls & Boys.

La presencia de los elementos masculinos en un atuendo femenino puede situarse unos años antes de la Revolución Francesa, cuando el redingote (o riding coat en su acepción original) se popularizó en el atuendo femenino. Posteriormente, los uniformes militares de la era napoleónica inspiraron a las damas de la época. La pieza más imponente fue la Spencer Jacket, una chaqueta inspirada en el atuendo militar británico que, con el paso de los años, evolucionó hasta convertirse en el bolero actual. Y aunque después se le agregaron borlas y encajes, su silueta rígida contrastaba con la suavidad de los vestidos de corte imperio, los chales y las sandalias de la época. Sin embargo, tendría que pasar todo un siglo para que esta tendencia regresara.

Una vez entrado el siglo XX, y salvo algunas excepciones, siempre estuvo presente algún elemento masculino en todas sus décadas, aunque la verdadera revolución vino de la mano de Katharine Hepburn y Marlene Dietrich, quienes rechazaron sistemáticamente las pautas de los años 30 para enfundarse en trajes de pantalón. El escándalo las persiguió y, eventualmente, Dietrich cedió ante las piezas femeninas de Christian Dior, pero sentaron un precedente que después sería retomado por un diseñador francés.

El 4 de agosto de 1966, Yves Saint Laurent cambió el rumbo de la moda para siempre al introducir Le Smoking en su colección Otoño/Invierno. Al principio su versión Haute Couture causó poco entusiasmo, pero se convirtió en frenesí luego de que lo incluyera en Rive Gauche, su línea de ready-to-wear. Las mujeres lo adoptaron masivamente, pues la libertad de movimiento que permitía lo convirtió en su aliado perfecto durante esta década de liberación.

“En ese momento creí que el smoking era mucho más moderno que un vestido de noche. Jugaba con una cierta ambigüedad y me permitió hacer una prenda que se viera igual de chic en los hombres y las mujeres”, explicó varios años después de esa colección a Women’s Wear Daily.

Las décadas siguientes verían a iconos de la pantalla grande como Diane Keaton y Grace Jones luciendo trajes de pantalón, y a diseñadores como Giorgio Armani y Karl Lagerfeld reinventándolos constantemente, mientras que los 90 celebraron la androginia especialmente hacia sus últimos años. Después de eso la tendencia se tomó un tiempo para reconfigurarse.

Una nueva identidad.

El año 2000 trajo consigo el fichaje de Hedi Slimane en Dior Homme y, durante los siete años que estuvo al frente de esta firma, su influencia fue notoria. Repentinamente, el tailoring pasó de ser amplio a convertirse en casi una segunda piel, mientras que los modelos favoritos del creativo lucían facciones delicadas y cuerpos ultradelgados.

Paralelamente, las tallas se redujeron a tal punto que actrices como Cate Blanchett y Nicole Kidman las lucieron en fiestas y premieres. Precisamente fue esta última quien, en 2003, protagonizó una sesión con prendas masculinas para Vogue, la cual mostró un estilo despreocupado y con ciertas similitudes al que eligió la rockera Patti Smith para su vida diaria.

A pesar de ése y otros intentos por parte de la industria de la moda, la feminidad siguió imperando. Uno de los precursores en esta nueva era de la androginia fue Stefano Pilati, quien en su colección Otoño/Invierno 2008 para Yves Saint Laurent, presentó un ejército de mujeres en sastrería deconstruida. Paralelamente, otros diseñadores con influencias casi opuestas siguieron rompiendo las barreras de lo femenino y masculino. Ann Demeulemeester y Jean Paul Gaultier optaron durante este periodo, por revivir viejos clásicos de su obra como el look goth en cuero negro y el intercambio de prendas entre hombres y mujeres, respectivamente.

Rompiendo límites.

Una de las principales entusiastas de la androginia contemporánea ha sido Phoebe Philo, quien desde su fichaje como directora creativa de Céline ha presentado más de una colección en la que los cortes de inspiración masculina funcionan a la perfección en mujeres que buscan atuendos prácticos y elegantes para enfrentar la vida diaria. Amplios abrigos, camisas oversized y sudaderas con aplicaciones de pieles son algunas de sus propuestas, las cuales han sido adoptadas con entusiasmo por hombres como Kanye West y Pharrell Williams.

“Espero que mis clientas se sientan realmente poderosas y confiadas al usar mis prendas. No me gustan las piezas que sexualizan a las mujeres. No tengo problema en que luzcan así si esa es su elección, pero existe una sobrecarga de imágenes en los medios con mujeres luciendo sensuales para complacer a otros, y creo que eso les resta poder”, afirma Philo, quien ha logrado un culto no sólo hacia sus diseños sino a su estilo personal.

Así y gracias al impulso de Philo y Stella McCartney, entre otros, saltaron a la fama prendas de estilo boyfriend, es decir, que lucían como tomadas del clóset masculino. Jeans, blazers y camisas aparecieron en tiendas fast fashion y blogs de estilo personal, transformadas para lucir como si fueran una idea de último minuto para un look casual. La androginia se reinventaba de nuevo.

¿Cuál es la cara más actual de este movimiento (y estilo de vida)?

Una en la que lo extremo se ha abandonado en favor de piezas oversized y una apariencia más natural, como han demostrado Philo y McCartney en sus más recientes antologías. En este nuevo punto de vista, los zapatos tipo Oxford con plataformas y los botines de tacón bajo o sneakers han sustituido a los tacones, mientras que las mochilas en materiales lujosos resurgieron por primera vez desde los años 90.

En la actualidad, esta tendencia comienza a inundar de manera inevitable el mercado masculino, en gran parte apoyada por la visión de Alessandro Michele, director creativo de Gucci, cuya propuesta innovadora está libre de las usuales fronteras de género . El italiano se ha inspirado en el estilo de Mick Jagger para presentar piezas coloridas y floreadas que, gracias a un diseño inteligente y una mayor apertura del mercado, comienzan a ser utilizados por celebridades. “Creo que la moda necesita modificar sus propios referentes de una manera más o menos veloz para seguir manteniendo su vanguardia.

¿Qué sería de la moda si un día se dan cuenta las grandes cabezas de este imperio de que el modelo de género binarista vigente hasta hace no mucho ya sólo existe en una pasarela y no en la calle?”, cuestiona el sociólogo Alejandro Sánchez Zúñiga.

Lo que piensa Charlotte Rampling, actriz.

“La idea de explotar mi lado andrógino al enfundarme en un traje me encanta y va bien con mi personalidad”

Lo que piensa Jonny Johansson, diseñador.

“Buscar la aprobación de la sociedad o seguir las reglas no es crucial para la moda. Lo que ahora realmente importa es el corte, la forma y la historia detrás de la prenda”

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