Para muchas mujeres, el sol es sinónimo de diversión, fiestas a la orilla de la alberca, lucir un hermoso bikini y un bronceado espectacular; sin embargo, existe un lado negativo que ocurre al mantener una prolongada exposición a los rayos ultravioleta –ya sea por trabajo o por querer lograr el anhelado color ambarino– sin los cuidados necesarios. Se sabe que exhibirse al sol en forma consciente y moderada tiene efectos benéficos sobre el humor y la depresión, es importante para la síntesis de la vitamina D y fortalece los huesos.

“Tomar el sol es algo saludable y necesario para que el cuerpo realice algunas de sus funciones vitales, pero también es cierto que el aumento de cáncer de piel de unos cinco años a la fecha ha sido bastante significativo”, señala para Yolanda Mantilla Ramírez, Vicepresidente Regional Zona Centro-Sur de la Asociación Mexicana de Cirugía Plástica y Reconstructiva. Mantilla Ramírez comenta que algunos protocolos básicos durante este periodo vacacional son: A) No exponerse en las horas críticas, es decir,  entre las 11 y las 15 horas. B) Aplicar constantemente un protector con alto nivel en Factor de Protección Solar. C) Hidratarse constantemente para reponer las sales y los líquidos perdidos por la sudoración excesiva.

Oops!, nadie se salva. “No hay ninguna cantidad de exposición al sol que sea inofensiva, incluso una reducida exposición diaria a los rayos UV contribuye al envejecimiento de la piel, a las alteraciones del sistema inmunológico e incluso a la aparición de cáncer en la piel.

“Hoy en día consideramos que alrededor del 80 por ciento  de los cambios cutáneos, que usualmente percibimos como ‘envejecimiento’, en realidad se deben al efecto de los rayos solares. Por ello, resulta verdaderamente esencial la protección diaria, sin importar en qué estación del año nos encontremos”, señala la dermatóloga Juana María Portugal, miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología.

Precauciones a la medida. Los expertos recomiendan que, mínimo 15 días antes de las  vacaciones y de la exposición solar, hay que poner el rostro, el cuerpo y el cabello a tono, es decir, acondicionarlos y prepararlos para que puedan soportar las duras condiciones de temperatura.

Antes: Por lo menos dos semanas antes de la primera exposición, hay que exfoliar la piel de cutis y el cuerpo para retirar las toxinas y células muertas, así como aplicar alguna mascarilla o un tratamiento capilar; posteriormente, se debe nutrir e hidratar la epidermis en forma constante. Existen muchas alternativas, como geles, cremas, leches o aceites cutáneos y corporales, que no sólo resguardan de los rayos sino que también humectan, atenúan las arrugas y disipan las manchas.

Durante: En los primeros días de exposición, y antes de aplicar el protector solar, se debe utilizar una crema o leche hidratante para compensar la deshidratación a la que se somete la piel. El bloqueador a usar dependerá del fototipo de cada piel. Lo recomendable es elegir uno de 30 a 50+ FPS. Debe usarse 30 minutos antes de exponerse al sol y renovarlo cada dos horas o después de baños largos, aún en días nublados. “Una regla práctica que puedes aplicar es no tomar el sol cuando la sombra que proyecta el cuerpo es menor a la altura”, afirma Portugal.

Después: La prioridad es restaurar los daños, hidratando la piel del rostro y el cuerpo para devolverle la elasticidad, tonicidad e hidratación perdidas. Los productos after-sunreparan, evitan descamaciones y prolongan el bronceado.

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