“Si quieres conocer los secretos de una mujer, olvídate de mirarla a los ojos, observa mejor dentro de su bolso”, asegura la autora australiana Kathryn Eisman en el libro How To Tell A Woman By Her Handbag. Y es que este popular accesorio no sólo revela los gustos y las aspiraciones de alguien, también guarda toda clase de secretos e intenciones, de ahí que pocas personas permitan que metan mano en éste.


El sociólogo de origen francés, Jean-Claude Kaufmann, se ha referido a este complemento como “una pequeña fábrica de identidad, en la que se hallan rasgos de la personalidad”. Más allá del material, el color o la forma, subraya el investigador, poseer un modelo adecuado se convierte en un arma que refuerza la confianza de una mujer en cualquier situación.


Expertos en psicología y lenguaje corporal consideran, incluso,  que la manera de llevarlo pone al descubierto rasgos de la propia identidad: si se carga en el antebrazo, se comunica superioridad; en la mano, decisión; de forma cruzada refleja practicidad; y si se lleva colgado a la espalda, sugiere ser una persona poco pretenciosa.


El estado de ánimo de la persona influye, de igual manera, en la elección de este accesorio. La forma, los colores y la marca están en juego cada mañana cuando una mujer echa un vistazo a su clóset. Por tal motivo, los bolsos parecieran nunca ser suficientes. Independientemente de su funcionalidad, seleccionar un diseño está involucrado con un sentido de emoción y estilo.


El bolso también ostenta  una connotación de estatus, que suele vincularse  con un carácter aspiracional, de ahí la obsesión de muchas mujeres por poseer una pieza de diseñador, ya sea con logotipos  o un modelo clásico que los demás ubiquen fácilmente. Los investigadores advierten que, incluso, el lugar donde se compre comunica poder adquisitivo y referencia de moda.


Adicción al lujo. “Cuando tenga ese bolso y pasee con él por toda la ciudad, sabré que he triunfado”, dijo convencida ‘Samantha Jones’, personaje de la serie Sex and the City, interpretado por la actriz Kim Catrall, acerca del icónico modelo Birkin de Hermès. De esta manera, se evidenciaba el impacto que este accesorio ha tenido desde finales del siglo pasado en el guardarropa femenino, en los reportes de ganancias de las compañías y, también, en la cultura popular.


El diseño en cuestión ostenta hoy, por lo menos, un precio de 11 mil dólares, suma que podría considerarse desmedida si no se conoce el trabajo artesanal que implica esta creación.  Y es que así como en el campo de la vestimenta la popularidad de las marcas low cost sigue subiendo, el mercado de los bolsos de lujo crece a pasos agigantados.


Poseer un bolso Chanel, Louis Vuitton o Fendi se ha convertido para muchas fanáticas de la moda en un sueño (¿obsesión?), como para otras personas lo es adquirir un auto o viajar a otro país. Este deseo ferviente por tener una pieza de diseñador no es cosa gratuita, pues se ha visto alimentado por espectaculares campañas de publicidad, imágenes de celebridades portando los modelos de la temporada y, también, por una experiencia de compra que no ofrecen otras tiendas al adquirir un artículo.


Además, un modelo de lujo se convierte en un acompañante para toda la vida, ya que la calidad de los materiales y el proceso de creación auguran una permanencia en el clóset mucho mayor a la que brindan los sellos de bajo costo, eso sin mencionar que portar uno de estos diseños reconforta el ánimo y termina por aderezar cualquier atuendo. De hecho, los creadores señalan que una mujer sin un bolso pareciera que no se ha terminado de arreglar.


La sed de lujo que hoy experimentan las personas en todo el mundo ha llevado a diversas casas, como Coach, Michael Kors y Purificación García a enarbolar una bandera de “lujo accesible”, que acerca un universo de exclusividad, diseños originales y materiales de calidad a quienes cuentan con un presupuesto más limitado.

Ya sea un modelo clásico o la pieza it de la temporada, las mujeres se encuentran en la búsqueda constante del bolso que calme su deseo de consumo y exprese cabalmente su personalidad y estilo. Parece sencillo, pero en realidad es  una tarea muy complicada, ya que, a final de cuentas, este accesorio no sólo es un compañero inseparable, también se vuelve un confidente: “El bolso ayuda a afrontar los eventos de la vida y se convierte en el protector de las memorias más íntimas”, asegura Jean-Claude Kaufmann.

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