El cambio climático es un problema global que enfrenta la humanidad, asunto que urge atender y que ha cuestionado la integración de los sistemas energéticos. A nivel internacional algunas economías se han comprometido a limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2°C.
La descarbonación de las economías implica incrementar la eficiencia energética y suministrar energía con pocas emisiones de GEI. En México será en el sector eléctrico donde se empiecen a dar estas transformaciones. México se ha comprometido a incrementar la participación de las energías limpias (incluyendo gas natural) en la generación de electricidad a 25% en 2018, 35% en el año 2024 y 43% en 2030.
Si bien, 43 % parece un porcentaje alto dentro del sector eléctrico, su contribución en la matriz energética total es poco significativa. El consumo de energía primaria en la matriz energética de México en el 2017 se conformó por 45.85% de petróleo, 39.78% de gas natural, 6.92 de carbón, 1.32% de nucleoeléctrica, 3.8 de hidroeléctrica y 2.32% de energías renovables. Lo que hace pensar que para que exista una verdadera transición energética se deben tomar en cuenta otros sectores que contribuyan a la diversificación del mix energético. La rapidez del cambio de las fuentes de energía fósiles por las energías renovables es un tema que requiere un análisis integral y nada trivial. Podemos señalar algunos elementos claves en la transición:
A) Los precios relativos, es decir, los precios de las energías alternativas, deben ser menores a los precios de las energías fósiles. En el largo plazo, el mercado y la disminución de las reservas fósiles podrían incrementar los precios del petróleo y gas, y podría incentivar las inversiones en las renovables.
B) El desarrollo tecnológico, la innovación y el desarrollo de capacidades técnicas y científicas pueden contribuir a la reducción de costos de producción de las energías renovables. Un reto para la nueva administración será elegir entre importar equipos y tecnologías o fomentar el aumento de capacidades productivas y cadenas de valor dentro del país.
C) Marco regulatorio favorable. Si bien las reformas energéticas de 2013/2014 han permitido la participación de privados en la generación eléctrica, exención de impuestos en la importación de maquinaria, créditos a tasas subsidiarias FIDE y Firco, certificados de energía limpia (CEL) y los esquemas de compensación como el: Net metering, Net billing y la venta total de energía; la contribución de las renovables es únicamente 2.3% de la participación total.
D) Información, asesoría técnica y legal para los consumidores, alternativas de financiamiento y crédito directo que permitan superar la barrera del poder adquisitivo.
A 4 años de las reformas energéticas cabe la pregunta: ¿están produciendo los cambios adecuados en los consumidores?, ¿las metas establecidas son las adecuadas y suficientes para contribuir de manera significativa en el combate al cambio climático?
La nueva administración tendrá que poner en marcha los incentivos, establecer normas, crear o modificar los fondos, financiamiento y la política de apoyo. En suma, es necesaria la combinación de diversos factores de mercado y regulación para atraer los montos de inversión para el despliegue de la nueva tecnología y la modernización en el conjunto del aparato productivo y no únicamente en el sector eléctrico, que además deberá de ser acompañado de inversión e integración de las universidades y centros de investigación, programas de ahorro y uso eficiente de energía.
Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM