El lamentó el fallecimiento del epigrafista inglés Ian Graham (1923-2017), cuyos trabajos fueron cruciales en el desciframiento de la escritura jeroglífica desarrollada por la antigua civilización maya.

A través de un comunicado el INAH recordó que Ian James Alastair Graham fue director emérito y fundador del Corpus de Inscripciones Jeroglíficas Mayas, del Museo Peabody de Arqueología y Etnología, de la Universidad de Harvard, proyecto que fundó en los años setenta y el cual está integrado por 20 volúmenes.

Su interés por la cultura maya fue fortuito. Durante el homenaje que el INAH le rindió en 2008, Graham relató que viajó desde Inglaterra a Estados Unidos con la intención de vender su Rolls Royce, y ya estando cerca de la frontera con México decidió conocer el país.

Al visitar el Museo Nacional de Antropología, le llamó la atención una estela maya en la que aparecía una figura que se encontraba rodeada de símbolos.

A partir de ese momento, Ian Graham recorrió diversos sitios arqueológicos de México y Guatemala, en los que registró con fotografías y una minuciosa e impecable técnica de dibujo los monumentos de esta civilización.

Graham tuvo como gran influencia al epigrafista austriaco Teoberto Maler, quien se dedicó al registro fotográfico en distintos sitios del área maya, pero su amistad con la especialista rusa Tatiana Proskouriakoft, del Museo Peabody de la Universidad de Harvard, fue decisiva para que el epigrafista inglés decidiera dedicar su vida a la decodificación de la escritura maya.

A partir de 1958, Graham comenzó la labor sistemática del registro de las inscripciones mayas, mediante diversas exploraciones en los sitios arqueológicos enclavados en la selva.

A finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, había un fuerte debate sobre si en América hubo una autentica escritura hasta antes de la llegada de Colón; Graham planteó que como en el caso de la grafía egipcia, su entendimiento sólo sería posible mediante el registro documental y fotográfico de los monumentos prehispánicos.

Como parte del proyecto Corpus de Inscripciones Jeroglíficas Mayas, registró monumentos con este tipo de escritura en los sitios mayas mexicanos de Yaxchilán, Chichén Itzá, Uxmal, Edzná, Xcalumkin, y El Resbalón, además de los ubicados en Guatemala y Belice, como Aguateca, Altar de Sacrificios, El Mirador, La Corona, Dos Pilas, Naranjo, Nim Li Punit y Ucanal.

Participó activamente en la prevención del saqueo de los sitios arqueológicos citados, lo que contribuyó a impulsar leyes contra estas prácticas ilegales, el tráfico de bienes arqueológicos y la compraventa de piezas por parte de museos y coleccionistas privados en los Estados Unidos.

Su contribución científica para entender y descifrar la grafía maya creada hace más de mil 300 años, le mereció diversos premios y reconocimientos, como la Orden del Imperio Británico, cuya condecoración fue otorgada por la Reina de Inglaterra, en 1999.

nrv

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