Más Información
PAN exige renuncia de Rubén Rocha Moya; Claudia Sheinbaum sigue protegiéndolo en “complicidad vergonzante”
No cesaremos ni nos rendiremos en nuestro llamado a la paz y justicia: Iglesia; pide ser persistentes en exigencia
Con reformas laborales, expertos ven estrategia de Morena; van a fortalecer su número de simpatizantes
Alito Moreno se reúne con familiares de prisioneros de Israel en Marruecos; pide su liberación antes de Navidad
abida.ventura@eluniversal.com.mx
Arqueólogos del INAH recuperaron en la plaza de San Lucas, a un costado del Metro Pino Súarez, restos de animales que confirman que en ese sitio se ubicaba el rastro de la ciudad durante la época colonial.
En la parte sur de la plaza Pino Suárez, donde el gobierno local realiza obras de rehabilitación, los arqueólogos hallaron entre los rellenos del suelo fragmentos de cráneo, mandíbulas, huesos largos, costillares y vértebras de animales como reses, borregos, caballos y aves. “Este espacio fue un rastro y los elementos asociados que hemos encontrado son básicamente fragmentos de cerámica y muchos restos de animales que confirman la función de esta plaza”, dijo Donají Montero, arqueóloga quien desde mayo realiza ahí trabajos de salvamento.
La presencia de estos restos coincide con lo que indican las fuentes históricas que señalan que entre el siglo XVII y hasta finales del XVIII ese espacio ubicado en los límites de la ciudad estaba dedicado a la mantanza de ganado. Ahí también está la capilla de San Lucas, construida en el siglo XVII por los matanceros, quienes eligieron como patrono a este santo asociado a un toro.
Al norte de la plaza, arqueólogos trabajan en la consolidación de un basamento asociado al templo de Ehécatl que salió a la luz durante dichas obras de rehabilitación, como lo dio a conocer EL UNIVERSAL la semana pasada. El muro, de un metro de alto por ocho de largo, era parte de una plaza dedicada al dios del viento. Una vez registrado y consolidado será enterrado y recubierto con un “tepetate mejorado”. Salvador Pulido, director de salvamento arqueológico del INAH, explicó que los vestigios se entierran para garantizar su conservación. Precisó que uno de los criterios para exhibirlos es “qué tanto le puede decir a la gente en un primer acercamiento, y éste no es el caso”. “Tenemos un muro con su piso, en términos arqueológicos es muy importante, pero la gente ni siquiera podría definir a qué conjunto pertenece”, señaló. Además, dijo, exhibirlo implica darle un mantenimiento constante e “inyectarle recursos con los que no contamos”.