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Decenas de lenguas indígenas centroamericanas se encuentran al borde de la extinción y urgen políticas de Estado para preservarlas, advirtieron en Costa Rica expertos que trabajan en el rescate del habla tradicional de la región.
El español ha venido desplazando a las lenguas indígenas y "los políticos no priorizan la diversidad cultural porque en muchos casos se trata (de lenguas) de minorías, que no aportan mucho en términos de votos", dijo a la AFP el lingüista Jorge Lemus, de la Universidad Don Bosco de El Salvador.
Lemus es uno de los participantes en un foro convocado por el Programa de Lingüística Centroamericana (Prolinca), que se celebra esta semana en la sede de la Universidad Nacional (UNA) en la ciudad de Heredia, 10 km al norte de San José.
El coordinador de Prolinca, el lingüista costarricense Juan Diego Quesada, explicó que esta entidad interuniversitaria ha concluido la elaboración de gramáticas y diccionarios de las lenguas guaymí, buglere y criollo de Costa Rica, así como del garífuna de Honduras.
"En el transcurso de este año estarán listos la gramática y el diccionario del waunana (Panamá) y el cabécar (Costa Rica) y el próximo año empezarán los estudios sobre el sumu (Nicaragua) y el emberá (Panamá)", agregó el experto.
Solo en la Baja Centroamérica, que según la clasificación de Prolinca abarca zonas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, hay cerca de 50 lenguas indígenas en peligro de extinción.
La causa del fenómeno es que "ya no hay un ámbito social en que sean utilizadas: no hay medios de comunicación, no hay escuelas, no hay iglesias" que utilicen esas lenguas, indicó Lemus.
La documentación de las lenguas indígenas es el primer paso de una estrategia para evitar su extinción y, con ésta, la desaparición del patrimonio cultural de los pueblos originarios del istmo, explicó Isabel Bolaños, investigadora del programa.
La segunda fase, que ya está en marcha, consiste en "revitalizarlas", haciendo que despierte el interés en las comunidades indígenas -sobre todo de las nuevas generaciones- por conocer y practicar su lengua tradicional.
Para lograrlo, Prolinca ha empezado a elaborar libros de texto para estudiantes y otros materiales de lectura que recogen la tradicional oral de los pueblos.
En Costa Rica, Prolinca se ha propuesto el objetivo de establecer casas-cuna en algunas comunidades y contratar como cuidadoras a mujeres nativas mayores, que puedan enseñar su lengua a los niños, explicó la lingüista.
Sin embargo, los expertos consideran que todos esos esfuerzos requieren, para maximizar sus efectos, de un complemento de políticas estatales dirigidas a conservar y revitalizar las lenguas indígenas.
En algunos países la ley reconoce el deber del Estado de ayudar al mantenimiento y difusión de dichas lenguas, pero tales disposiciones no pasan del plano declarativo, señaló Quesada.
En Costa Rica existe desde hace más de diez años un decreto presidencial que establece la enseñanza de las lenguas nativas en las regiones indígenas, "pero no existen los programas, no se han elaborado textos ni se han preparado los docentes encargados de esa labor", agregó el lingüista.
El problema, estima Lemus, "no es exclusivo de Centroamérica, cada tres meses y medio desaparece una lengua y más de 7 mil idiomas en todo el mundo están al borde de la extinción".
"Hay que revertir la tendencia, no es una tarea fácil, pero hay que crear conciencia del problema y recuperar espacios", concluyó.
sc