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Aunque el departamento Jurídico de la Universidad Nacional Autónoma de México no encontró impedimento para exhibir en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo el anillo con un diamante hecho de las cenizas de Luis Barragán, sí hubo piezas que no pasaron la prueba del Jurídico: las cartas de respuesta de Federica Zanco, directora de la Fundación Barragán, a la artista Jill Magid.
Es por eso que en varias piezas de la exposición que se inaugura a las 18:30 horas de hoy —como el Facistol con las cartas entre ambas— están cubiertos los mensajes de respuesta de la arquitecta italiana a la artista estadounidense; en las anteriores exhibiciones siempre se mostraron estos contenidos, pero en el MUAC no se permitió.
“Magid es dueña de la correspondencia, pero el Jurídico determinó que se viola la privacidad de Federica si se publican sin su permiso”, explicó Alejandra Labastida. Ella y Cuauhtémoc Medina son los curadores. “Es un tema de legislación; la institución lo evaluó y no aprobó esa publicación, por eso las respuestas no están legibles”, comentó Medina.
Es la gran paradoja en la exposición Una carta siempre llega a su destino. Los Archivos Barragán, que se centra en los derechos de autor, como plantean Magid y los curadores.
En conferencia de prensa, la artista hizo el relato del proyecto los Archivos Barragán, con el que, insistió, buscó hacer un homenaje respetuoso a Barragán, a quien considera un poeta, un artista-poeta. Acerca de las críticas a su proyecto dijo que no es una artista que trabaje a partir de la expectativa que genera su obra.
Obras y referencias. La primera pieza que recibe a los visitantes en la exposición es un anillo, pero no el que ha generado polémica desde que se dio a conocer la exhumación de las cenizas. Este otro anillo, que no tiene piedra, se llama Autorretrato pendiente y, algún día, tendrá un diamante que se hará de las cenizas de Magid, como ella lo contrató desde 2005.
Una copia de su propia idea, sólo que hecha con las cenizas del arquitecto Luis Barragán —a pesar de que no existe registro de que alguna vez él hubiera expresado que era su deseo que éstas se transformaran en un diamante— se exhibe hasta el final de la muestra, en la sala cinco del museo. Ayer fue la obra más fotografiada por los medios de comunicación.
Todo se concentra en este anillo. En la sala, la joya está dentro una especie de nicho abierto en una pared falsa. Se puede ver a través del vidrio; se guarda en una caja negra y, como es usual, está depositado sobre una almohadilla blanca; su imagen se repite en un diminuto espejo de la misma caja.
El vidrio que separa al público del diamante refleja el resto de la sala: hay cuatro exvotos dentro de estructuras verticales; fueron hechos de estaño y madera, con la figura de caballitos pintados por Daniel Vilchis. Hay cuatro vitrinas que guardan documentos sobre el proceso de elaboración del diamante por parte de la empresa Algorzanda, documentos con los trámites ante la familia y autoridades de Jalisco que autorizaron la extracción de las cenizas, entre otros documentos.
Detrás del anillo, en otro cuarto, el video la Exhumación relata lo que ocurrió la mañana del 23 de septiembre de 2015 en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, cómo se extrajeron las cenizas y se depositó un caballito de plata en la urna; termina con Magid que, en el aeropuerto, arrastra su maleta y la pequeña caja que guarda su parte de las cenizas.
Casi todas las 41 obras están basadas en referencias y citas; son la evidencia de un proceso, una petición, un trámite: ejemplares (no originales) de libros que leía Barragán, versiones de obras que interesaron a Barragán (como cuadros de Josef Albers o la silla de Clara Porset). La muestra no ofrece las respuestas que el discurso promete; la respuesta, quizás en el debate de hoy a las 10.