El libro Guía florística del Cerro de la Estrella, editado por el , resalta la importancia de recuperar la relación armónica que las culturas prehispánicas tenían con su entorno natural.

La obra reúne fotografías e información actualizada de 155 especies de flora, con el fin de contribuir a su identificación y conservación, además destaca la importancia histórica del sitio, donde se tienen identificadas ocupaciones que van desde el año 2000 a.C. hasta 1507.

De acuerdo con el INAH, el Cerro de la Estrella, localizado en la delegación Iztapalapa, es uno de los más grandes íconos de la Ciudad de México, donde varios pueblos mesoamericanos realizaban cada 52 años la ceremonia del Fuego Nuevo y que hoy en día acoge la celebración de la Semana Santa.

Para elaborar esta obra, los investigadores Aurora Montúfar López y Alejandro Torres Montúfar se enfocaron a la recolección semanal de muestras para describir 155 de las 255 especies de flora presentes en los alrededores del volcán extinto.

El libro, explicó Alejandro Torres, conjuga un lenguaje ameno con fotografías de alta calidad e información actualizada, con la idea de que tanto los habitantes de Iztapalapa o aquellos que estén interesados en el tema conozcan mejor su entorno y contribuyan a su conservación.

También examina la pérdida de espacio en el bioma del cerro, conocido antiguamente como Huizachtépetl o cerro de los huizaches (en alusión a un árbol), al pasar de mil 100 hectáreas en 1938, a 121 mil 77 hectáreas en 2007, derivado de la expansión urbana.

De igual forma, describe los esfuerzos que autoridades, académicos y ambientalistas desarrollan para el repoblamiento ecológico del medio, con plantas como el encino (Quercus rugosa), el huizache (Vachellia farnesiana) y el palo dulce (Eysenhardtia polystachya).

Para el arqueólogo Raúl Arana, el aporte del libro radica en la inclusión de 44 especies que carecían de registro a la literatura florística mexicana, además de establecerse como una referencia para futuros programas de reforestación en el lugar.

Asimismo, el investigador señaló que en el Cerro de la Estrella se tienen identificadas ocupaciones que van desde el año 2000 a.C. y hasta 1507, cuando se realizó la última ceremonia del Fuego Nuevo, de acuerdo con las crónicas y la evidencia arqueológica recogida en campo.

Esta conmemoración efectuada cada 52 años para mantener vivo al Sol y al universo, marcaba para los mexicas y otros pueblos mesoamericanos el reinicio de sus calendarios solares y rituales. Un ejemplo de ello es el Templo del Fuego Nuevo, una pirámide de siete etapas constructivas, cuya orientación al poniente tenía el objetivo de ofrendar sacrificios humanos a la luz que se ocultaba.

nrv

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