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ssierra@eluniversal.com.mx
“Comienza la lucha electoral para el Congreso Constituyente”. Este título fue uno de los que se llevó en la portada de la primera edición de EL UNIVERSAL, el 1 de octubre de 1916. A partir de esa fecha y hasta los primeros días de febrero del siguiente año, el diario dio cuenta de manera puntual e incluso con ediciones extra, de las negociaciones, elecciones y discusiones que llevaron a la Constitución que mañana, domingo 5 de febrero, cumple 100 años de haber sido promulgada.
Crónicas, artículos de opinión, cartas, debates, fotografías, caricaturas e ilustraciones acompañaron el despliegue de EL UNIVERSAL. Durante semanas difundió la información desde Querétaro, en cuyo Teatro Iturbide (aún tenía ese nombre) se llevaron a cabo las sesiones donde los constituyentes formularon la nueva Carta Magna.
Era 1916 y había dos coyunturas que, por su trascendencia, competían en importancia con los Constituyentes y su histórico papel: la relación con los Estados Unidos, que entonces mantenía en Chihuahua las tropas de Pershing, y la I Guerra Mundial, de la que se decía en estas páginas: “La atención del universo entero está fija en el conflicto germano-mundial”.
El país, en esos meses finales de 1916 y de comienzos de 1917, se encontraba en una encrucijada sin par: tropas en la frontera, corsarios alemanes en el golfo de México y, en el centro, un debate histórico para llegar a una nueva Constitución que era el anhelo y que, así se registraba en el periódico, sería “el entierro de la mentira”.
Felix Palavicini, fundador de este diario y Constituyente, escribió el 15 de octubre acerca de la importancia de renovar la Carta Magna: “Santa Anna fue un sultán, un sátrapa, un caudillo militar al estilo latino americano de aquella época. La República reaccionó contra el centralismo militar de Santa Anna y vino la revolución de Ayutla, y con su triunfo la Constitución de 57. Se esperaba que ésta fuese liberal; pero no lo fue; no admitió ni siquiera la libertad de cultos, fue una Constitución moderada. Desde su origen fue inaplicable; Juárez no gobernó con ella, Porfirio Díaz la remendó todos los días, hasta convertirla en un traje de Arlequín”.
Del relato a la impresión. Fue en la rotativa de EL UNIVERSAL donde se imprimió el contenido de la Constitución un día antes de que fuera promulgada por Carranza. Fue impresa en cuatro hojas suplementarias para que los lectores del diario pudieran conservarlo a manera de cuaderno. El nacimiento y formulación de la Constitución fueron paralelos a los inicios del periódico. Palavicini era candidato al Congreso Constituyente por el Partido Constitucionalista Fronterizo (había 12 distritos en el entonces Distrito Federal); él fue electo a comienzos de octubre. Entre las noticias que se fueron publicando, el 8 de octubre se hizo una crónica del Teatro Iturbide, que comenzó a construirse en 1845 y que fue adaptado para recibir a Constituyentes, periodistas y público.
Las semanas previas a que sesionaran los diputados, se publicaron las condiciones que debían reunir los constitucionalistas. Pascual Ortiz Rubio opinó que cada uno debía “ser revolucionario veterano de aquellos que desde 1910 o antes vienen luchando por las ideas que ahora triunfan”.
Una de las noticias que generaron más debate fue la postulación de Venustiano Carranza a la Presidencia de la República, tema que llevó al diario a publicar una edición extra y sobre el cual Palavicini escribió el artículo: “¿Debe Carranza separarse del gobierno al aceptar su candidatura?”
EL UNIVERSAL desde su primera página apoyó la postulación: “Carranza es el hombre que ha sabido reunir la mayor suma de voluntades y ha organizado y hecho coherente el movimiento revolucionario”.
El diario desplegaba siempre en su primera página diversas noticias sobre la nueva Constitución; la tercera página, invariablemente, tenía información internacional; casi siempre la más importante era una noticia sobre la I Guerra, con excepciones como la reelección de Woodrow Wilson en Estados Unidos. Entonces, de manera paralela, se anunciaba que Carranza aceptaba la candidatura para Presidente: “No renunciaré. Si lo creyera conveniente me retiraré al acercarse las elecciones, mientras éstas se verifican”.
El nuevo diario. En medio de anuncios de textileras, de los sombreros Tardán, de ocasionales secciones de Moda, Deportes, Divertimento, de anuncios de la visita de celebridades —“Virginia Fábregas llegó a esta ciudad”— y de invitaciones a anunciarse: “Todo hombre de negocios debe anunciarse en El Universal”, se contó a mediados de noviembre de la llegada de los diputados a Querétaro, y de la apertura de las labores del Congreso.
Hubo quienes intentaron prohibir a la prensa entrar a la Constituyente: lo que busca es “evitar que el pueblo mexicano conozca con toda certeza el giro de las discusiones que se suscitan al reformarse los principios de la Carta Magna”, indicaban las páginas del diario.
Las crónicas no se firmaban; en algunas se incluyó al final el nombre de Jesús Gómez, quien enviaba largos textos que daban cuenta de los debates, de los artículos aprobados, y de detalles al margen: la pésima impresión que causó que algunos diputados hubieran asistido uniformados y con armas prohibidas por la ley; los ánimos del público que asistía de manera masiva a las discusiones —el teatro tenía 2 mil localidades entonces—.
El cronista fue contando cómo muy rápido se aprobaron unos artículos y cómo causaron problemas los referidos a la libertad de enseñanza y de imprenta: “Únicamente para EL UNIVERSAL. Querétaro, diciembre 20. Nuevamente vuelven a causar interés los debates. Apenas se anunció que hoy discutirían el artículo Séptimo que habla de la libertad de prensa, las galerías y demás departamentos se llenaron de público, deseosos de presenciar la discusión”.
Página entera ocupó el 2 de diciembre la noticia: “El C. Primer Jefe entregó al C. Constituyente el proyecto de reformas a la Constitución de 1857”. Días más tarde, se publicó el proyecto de reformas completo en el diario.
A lo largo de enero se acotaron cambios, reformas y discusiones. Algunos fueron la aprobación de que a los periodistas se les juzgara en jurados populares; que quedara subsistente la pena de muerte; que en la ciudad de México existiera ayuntamiento; que se creara el Banco único del Estado Constituyente; también se destacaba el recurso amparo y se precisaba que no se podía prorrogar el periodo de sesiones del Constituyente.
Por aquel mes saltaban en el impreso dos hechos aparentemente desconectados: el retiro de las fuerzas de Per-
shing y la indagación acerca de si un corsario alemán había penetrado las aguas del Golfo de México. Entre las crónicas se registró una visita muy singular a Querétaro, la de John Turner, autor de México Bárbaro. Una curiosidad saltaba a la primera página del diario: “Las brujas cartomancianas infestan la ciudad de México”.
Se anunciaba que el 5 de febrero sería promulgada la Constitución y continuaban los más acalorados debates: la propiedad de las tierras, el agua y el subsuelo. El 30 enero, el Congreso Constituyente se declaró en sesión permanente y hubo grandes discusiones en torno del Artículo 27.
El 1 de febrero, fotografías y crónicas dan cuenta del “glorioso término a la obra revolucionaria” con la firma de la Constitución de 1917. El diario citó a Carranza: “Esta ley suprema nos hará grandes, justos y respetados entre los demás pueblos de la tierra”.
En la siguiente edición, la foto del Constituyente compartió la primera página con una noticia de impacto mundial: “Quedan iniciadas las hostilidades entre los EE.UU. y Alemania”.
El 6 de febrero se registró finalmente: “Con gran solemnidad fue promulgada ayer la nueva Ley Suprema de la República en esta ciudad de los palacios, al mismo tiempo que en todas las capitales y ciudades de los Estados”.